27.2.12

Personal teacher (II)


No dejé de arrepentirme ni un solo paso desde que te despedí hasta que subí a mi casa. Era inevitable... llevaba noches soñando con que pasase y, por tonto, había tratado de respetarte y... qué cojones, me daba corte. No entiendo porqué me daba corte a estas alturas. No eras la primera chica pero me intimidabas como tal... era como volver a soñar otra vez con el primer amor. Eras... bueno, eres preciosa. Increíblemente guapa. Yo creo que eso era uno de los factores que me hacían perder el control sobre mi mismo y comportarme como un crío y... bueno, sólo me quedaba una opción para sentirte cerca. Volví a mi ordenador, traté de ponerme la música alta para no pensar en mis gilipolleces y... desconecté. Se me pasó el tiempo volando haciendo tonterías... me había quitado la camiseta al ver las pesas e intentar obligarme a hacer alguna, aunque no estuve ni tan siquiera 3 minutos. Fui a la cocina a servirme un vaso de agua cuando sonó la puerta de la casa. 'Putos vecinos pesados', susurré mientras buscaba algo con lo que taparme el torso en vano. Volvió a sonar el timbre. 'En fin, que le den', y fui a abrir sin tan siquiera ponerme camiseta. Abrí la puerta. Sinceramente... estaba absolutamente convencido de que iban a ser mis vecinos pesados. En ningún segundo mi cabeza hubiera podido imaginar que no fueran ellos excepto... la cartera, el que arregla el ascensor o una vendedora de mierdas ambulante... creo que mi cara fue un absoluto cuadro cuando la abrí y estabas tú, con una sonrisa de oreja a oreja. Joder, en serio, otra sorpresa tan bonita en mi vida y... puedo morir feliz. Porque otra cosa no sé pero a bonita... pocas podrán ganarte nunca. 'Que me ha salido genial!!' decías bastante alto mientras no parabas de sonreír. Te acercaste a mi para darme un abrazo bastante sentido, sin ni siquiera darte cuenta que te había abierto sin camiseta. Yo me moría de vergüenza... un vecino tonto me da igual lo que vea, pero mi físico nunca fue una de las armas que pudiesen conquistar a las mujeres que me encantan. 'De verdad, gracias, gracias, gracias...' me susurrabas tras alejarte un poco de mis brazos y sonreirme. Me mirabas a los ojos, con ternura, con agradecimiento y con... no, era mi cabeza la que me estaba jugando una mala pasada, es la sorpresa la que me hace alucinar... no puede ser que en tu mirada también hubiera... joder! pero si estoy sintiendo algo dulce y húmedo en los labios. Coño! Me estás besando... y... son... perfectos. Una parte de mí se está despertando. Está empujando a patadas al crío que antes me llegó a dominar... 'gracias, gracias, gracias' seguías susurrando después de cada besito que me dabas. Simplemente eran suaves roces de mis labios con los tuyos. Además, con el ímpetu del momento me ibas haciendo dar pasitos hacia atrás hasta que topé con la cómoda de la entrada.

25.2.12

Personal teacher (I)

Lo habíamos hablado desde hace tiempo y por fin te dignaste. Necesitabas aprobar ese examen y a mí no me importaba ayudarte lo más mínimo. ¿Cómo cojones me iba a importar si siempre que nos vemos acabamos descojonándonos? Además, tú en una ocasión me hiciste soñar cuando más lo necesitaba; y siempre te estaré agradecido.

El día empezó francamente temprano. Habías decidido que nos viéramos antes de tu examen y yo me veía capaz de sacrificar mi sueño por eso. Traté de ponerme medianamente guapo y bajé a por ti. Estabas preciosa. Sí, es una tontería decirlo cuando en verdad no te habías tan siquiera arreglado pero... llevaba tiempo sin verte y me pareció que estabas francamente guapa. Siempre me parece que estás francamente guapa, también hay que decirlo. Pero esas camisetas blancas y básicas consiguen estilizar mucho tu figura y... simplemente 'increíble' es la forma más fiel de describirte. Me recibiste con una sonrisa, como siempre, pidiéndome disculpas por haberme hecho levantarme tan temprano. Si todas las veces que madrugase me levantase con una imagen como tú... sería feliz de madrugar, de eso que no te quepa duda. Tras los comentarios tontos de siempre te insté a que empezásemos ya que debía rentarnos la mañana. La mirada delataba que no te apetecía lo más mínimo, pero yo te fui guiando hasta el bar de al lado de mi casa para sentarnos en una mesa mientras desayunábamos pero... estaba increíblemente lleno. Bueno, el problema no era la cantidad de gente, sino la gente en sí... que a ninguno de los dos nos apetecía lo más mínimo aguantar. La verdad, fue un chasco que se nos estropearan los planes incluso antes de empezar pero... 'mi casa está sola, y como tenemos que estudiar tendrás la garantía de que no intente nada raro'. Me sonreías, 'Anda tonto...'. Es normal que te incomodase la idea pero... 'total, hay dos opciones: o desaprovechar la mañana, ¡o centrarnos y que acabes sacando incluso nota! Total... el no ya lo tienes, ¿No?'. Me costó bastante más pero acabé logrando que aceptaras y... bueno, mi cabeza siempre dejó volar demasiado a mi imaginación.

16.2.12

Sorprendiendo en tu espectáculo (II)


Siempre es más que una gozada disfrutarte en estos momentos. Ya habías desistido en el estúpido acto de contenerte y te limitabas a devorarme... aunque en estos momentos más bien te limitabas a dejar que te devorara. Te había apoyado en la mesita enfrente del espejo y estaba con una mano apoyada en él mientras te comía la boca y la otra mano subía por la cara externa de tu muslo. La falda ya estaba de adorno y me colaba bajo ella siguiendo la tela de las medias... y cuando llegué a la cintura enganché mis dedos y comencé a bajarla suavemente, tratando de no bajarte también la ropa interior. Sonreíste cuando lo notaste pero no trataste de pararme. Lo tomé como un "Sí, sigue... que me apetece"; así que a tus órdenes de nuevo. Me separé de la pared para morder tu cuello hasta el escote mientras mi otra mano también se colaba bajo tu falda. Esta vez, antes de tratar de ayudarme a bajar las medias, no pude evitar levantarte un segundo para coger con fuerza tu trasero... estaban tus piernas cerradas por la posición entre las mías, y yo casi volcado sobre ti para cogerte el trasero mientras mordía tu clavícula... que se me escapó un mordisco notablemente más fuerte. Soltaste un suave grito y, avergonzada, subiste la mano con la que te estabas apoyando para taparte la boca... 'No te preocupes... los teatros están para montar espectáculos, ¿no?', te decía mientras bajaba con cuidado tus medias. Esta vez eras tú la que mordía mi cuello mientras yo estaba distraído... y me costaba demasiado tener cuidado con las medias. En serio, yo no pretendía romperlas pero... sobraban desde hace demasiado tiempo, así que te las quité con más velocidad. No parecía molestarte. Recorriendo tu pierna con la mano mientras las bajaba aprovechaba para besarte la piel que quedaba expuesta... tus piernas me vuelven loco, y empezaba a notar como estos estúpidos vaqueros tan ajustados me estaban destrozando. Tú reíste cunado me viste aflojar el cinturón justo después de terminar de quitártelas. Me incorporé, abriste las piernas para rodear mi cadera con ellas y me cogiste de la camiseta para tirar como si fuera una corbata... 'no te vuelvas a alejar', se susurraste mientras me volvías a comer la boca.  Tus deseos son órdenes, y para demostrártelo te cogí con fuerza de los muslos y te levanté para que pudieses acercarte más a mí. Tú tuviste que agarrarte de mi espalda con fuerza, y sentiste como suavemente trataba de moverte como si no tuviésemos ropa. Tu falda estaba subida y sentías perfectamente como en mi cadera había algo que buscaba tu atención... te encantaba sentirlo palpitar suavemente sobre la tela vaquera; por lo que buscaste acercarte más aún. 'Seguro que no me puedo alejar aunque sea... a un sitio mejor?', creo que llegaste a entender lo que me refería porque miraba tu entrepierna muerto de deseo. 'No.. como mucho te dejo alejarte hasta esa silla', si señalaste una que estaba detrás mía. Te dejaste caer para volver a ponerte de pie y me empujaste para que cayese sobre la silla... ahora eras tú la que me dominaba inclinada mientras me besabas, y yo el que se dejaba devorar.

14.2.12

Sorprendiendo en tu espectáculo (I)


En teoría había tratado de disuadirte y que creyeses que no iría. Sabías que lo haría perfectamente pero traté de darte escusas y perdones los últimos días diciendo que no podría ir... en un momento llegué a plantearme de verdad no ir, ya que mientras yo trataba de engañarte tú tratabas de demostrar que te importaba una mierda que fuera o no... qué bien sabemos mentir los dos, ¿eh? Así que traté de ponerme medianamente guapo.

No guapo, pero sí... formal. Era inevitable. La gracia está que en una tarde así tú llames la atención, no yo en medio de un teatro yendo vestido como siempre. Traté de evitarte en la puerta, que normalmente sueles rondarla antes de entrar para hablar con tu familia y no estar encerrada sola dentro. Yo esperé. Esperé pacientemente en una calle cercana hasta que casi todo el mundo estuviera dentro... y entonces entré. Con cuidado, con disimulo, traté de ponerme en una posición donde pudiera verte pero no llegarías a reconocerme a no ser que te fijaras mucho. Me senté algo nervioso y cohibido, como siempre que vas solo a ver algo similar, y busqué con la mirada a tus padres... no, por suerte ellos no me habían reconocido tampoco. Me acomodé como pude, disimulé leyendo el programa y... empezó a llenarse el escenario. Poco a poco fueron llenando los asientos y... sí; ahí estabas tú, a la derecha, como dijiste. Me había sentado para tratar de verte mejor y se te veía perfectamente. Se te veía perfecta, para ser exactos. Sonreías entre nerviosa y cortada, y mirabas al público buscando a tu familia... sí, localizados, ya sabías dónde mirar exactamente cuando levantaras la vista del atril. Ahora tocaba buscar si conocías a alguien más.... mientras yo me trataba de tapar con el programa. Creo que no me reconociste porque no paraste tu mirada en mí... bien, bien.