25.2.12

Personal teacher (I)

Lo habíamos hablado desde hace tiempo y por fin te dignaste. Necesitabas aprobar ese examen y a mí no me importaba ayudarte lo más mínimo. ¿Cómo cojones me iba a importar si siempre que nos vemos acabamos descojonándonos? Además, tú en una ocasión me hiciste soñar cuando más lo necesitaba; y siempre te estaré agradecido.

El día empezó francamente temprano. Habías decidido que nos viéramos antes de tu examen y yo me veía capaz de sacrificar mi sueño por eso. Traté de ponerme medianamente guapo y bajé a por ti. Estabas preciosa. Sí, es una tontería decirlo cuando en verdad no te habías tan siquiera arreglado pero... llevaba tiempo sin verte y me pareció que estabas francamente guapa. Siempre me parece que estás francamente guapa, también hay que decirlo. Pero esas camisetas blancas y básicas consiguen estilizar mucho tu figura y... simplemente 'increíble' es la forma más fiel de describirte. Me recibiste con una sonrisa, como siempre, pidiéndome disculpas por haberme hecho levantarme tan temprano. Si todas las veces que madrugase me levantase con una imagen como tú... sería feliz de madrugar, de eso que no te quepa duda. Tras los comentarios tontos de siempre te insté a que empezásemos ya que debía rentarnos la mañana. La mirada delataba que no te apetecía lo más mínimo, pero yo te fui guiando hasta el bar de al lado de mi casa para sentarnos en una mesa mientras desayunábamos pero... estaba increíblemente lleno. Bueno, el problema no era la cantidad de gente, sino la gente en sí... que a ninguno de los dos nos apetecía lo más mínimo aguantar. La verdad, fue un chasco que se nos estropearan los planes incluso antes de empezar pero... 'mi casa está sola, y como tenemos que estudiar tendrás la garantía de que no intente nada raro'. Me sonreías, 'Anda tonto...'. Es normal que te incomodase la idea pero... 'total, hay dos opciones: o desaprovechar la mañana, ¡o centrarnos y que acabes sacando incluso nota! Total... el no ya lo tienes, ¿No?'. Me costó bastante más pero acabé logrando que aceptaras y... bueno, mi cabeza siempre dejó volar demasiado a mi imaginación.

El primer momento especial surgió cuando, tras entrar en el portal, tuvimos que subir en ascensor. Te negabas a subir andando aunque yo siempre lo hiciera y... te lo perdoné. Soy así de fácil, las chicas guapas siempre fueron mi debilidad y... tú, siempre fuiste mi perdición. Pero eso es otro tema, y será relatado en otra historia.., ¿no? Al lío. Tú te montaste en el ascensor conmigo y yo tuve que abrir con la llave para poder llegar al quinto. 'Venga que no hay que perder el tiempo, ve sacando los libros!', decía mientras ponía cara de madre metiéndote prisa. Tú reías y mientras susurrabas 'que tío más pesado' te diste la vuelta para coger de la mochila los libros y... los dos sabíamos que fue pura logística lo sucedido: ascensor pequeño, nosotros juntos, y al darte la vuelta faltaron milímetros para que tus labios chocaran con los míos. Estuvimos unos pocos segundos incapaces de movernos hasta que, sonrojada, te apartaste y chocaste contra la puerta del ascensor para sacar el libro. Te diste la vuelta y saliste hacia el rellano, mientras yo no pude contenerme y comenté un 'lo siento, no estoy acostumbrado a que las mujeres estén a mi altura... debería haber tenido más cuidado'. Ninguno de los dos fuimos capaces de levantar la mirada del suelo hasta entrar en mi casa.

Para romper el hielo te hice un tour guiado por mi casa y las fotos de mi infancia... si al humillarme lograba que sonrieses y te sintieses más cómoda, merecía la pena. Y lo logré, esbozabas una sonrisa de oreja a oreja mientras yo te mostraba cómo comía arena, o cómo me disfrazaba de una infinidad de tonterías. Cuando ya estuvimos algo más a gusto, te ofrecí algo de beber y nos fuimos al salón para empezar con el estudio. La verdad es que mi cabeza volaba con la imaginación en ese momento pero.. debíamos estudiar, y los dos lo sabíamos. Además... no creí que fuese compartido esos deseos. Mientras estábamos sentados cómodos y yo te explicaba lo que conseguía recordar... bueno, digamos que uno de los momentos que me marcó fuiste cuando trataste de pegarme en el hombro porque tú tenías razón y yo había intentado debatírtelo. 'Si es que... anda qué clase de profesor de pacotilla me he buscado', dijiste mientras golpeabas mi hombro y se notaba cierto tono de cabreo en tu voz. Yo me volteé para mirarte a los ojos fijamente. 'Claro... como aquí la que impartes doctrina siempre eres tú... a ver si tienes tú algo que enseñarme a mí!' y yo fui ligeramente más brusco. Empujé tus hombros con demasiada fuerza y caíste recostada sobre el sillón, apoyando tu cabeza en el brazo. Justo después de empujarte me sentí mal por pasarme e intenté, apoyando mi mano rodeando tu espalda, cubrirte un poco de la caída. Vale, lo reconozco, también buscaba un poco de contacto físico... sabemos que me gustan tus abrazos. Obviamente conseguí rodearte antes de que cayeses pero... hizo que cayésemos los dos, tú sobre mi brazo y yo ligeramente por encima. Nos volvimos a mirar a los ojos. Lo habíamos hablado, es cierto. Alguna vez habíamos hablado que algún día pasaría... eso. No sé porqué mi cabeza se limitaba a recordar esa conversación y a convencerme a mí mismo que ese día había llegado pero... en tu cara se demostraba sorpresa, no deseo. Tampoco demostraba asco... así que mal, lo que se dice mal, no iba. Pero... me faltaba un empujoncito. Literalmente. Tus labios volvían a estar excesivamente cerca, aunque esta vez también estaba mi vientre sobre el tuyo y mi pierna apoyada ligeramente sobre tu... 'ten cuidado, que si me tientas me puedo pasar'. 'Eres un cagado, lo sabemos los dos, no te atreverías...', respondiste con una mueca pícara. Era un juego para ti. Eras la jugadora número uno en estos temas y sólo me hacías parecer un principiante... tal vez si tuvieras algo que enseñarme. 'Me refería a que me paso empujándote y te hago daño'. 'Como lo hagas todo con la misma fuerza de pez... mal vamos'. Sí... querías jugar. Y probablemente en otro momento con más autoestima hubiera sido un juego realmente divertido pero... me intimidabas. En cierto modo me intimidaba la idea de que todo lo que llevase soñando fuera a suceder. No... en este momento no. 'Hay que terminar con esto... no quiero que acabes suspendiendo... y lo sabes. Y... he tratado de no hacerte daño'. Me incorporé, hice ruido con el libro y tú, tras sonreír, te incorporaste también; aunque no dejaste de mirarme a los ojos. 'Total... para lo que queda...'. Era cierto, quedaba poco tiempo, y no me había dado cuenta. 'Espera! Que todavía no puedes bajar!'. Antes de que reaccionaras salí disparado hacia mi cuarto... o eso creías, nunca habías estado en mi casa. Tras hacer bastante ruido volví con un trozo de cadena dorada en mi mano. Te reías. '¿Y eso es...?'. 'Mi amuleto. Este examen lo vas a aprobar porque lo digo yo... así que llévate mi amuleto, que seguro que funciona. Entre eso y que no lo llevas tan mal... saldrá bien, prometido. Confía en mí y ve relajada'. Mientras te dejaba el trozo de cadena en tu mano y la cerraba para que no la perdieses te dí un beso en la frente. 'Anda, que te acompaño abajo, que vas a empezar dentro de poco'. Y así hicimos. Recogimos tus cosas pero, como te vi un poco cargada, pero mi cabeza no quería pensar que había desaprovechado la mejor oportunidad que podría haber tenido y...'deja aquí si quieres la mochila que vivo al lado del instituto. Sólo tienes que subir luego a buscarla cuando salga'. 'Nah, no te preocupes, si no pesa... la llevo sin problemas, además llevo las cosas dentro'. Ale, esperanzas por los suelos. Te volví a dar otro beso en la mejilla y te fuiste a hacer el examen. 'Suerte...' susurré poco después de que te separases de mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario