8.6.12

Enmarcando tu silueta (III)


'Ahora te quiero suelta. Te quiero zorra. Te quiero como ya he descubierto que eres en otras ocasiones, y como sabes que te apetece ser ahora', cambié de oreja, 'quiero que cada una de las pocas fotos que vaya a sacar ahora queden tan clavadas en mi memoria que no me hace falta guardarlas. Quiero que baste con cerrar los ojos para recordar estas fotos cuando me apetezca tocarme. Voy a disfrutar de este regalo probablemente muchos más años de los que tú imagines y yo sea capaz de admitir', ahora me coloqué tras tu cuello para sentenciar mientras te daba un beso sobre la columna 'vas a ser mi fantasía hasta que me duela el cuerpo de tanto masturbarme. Incluso aunque llegue a tener otra mujer e hijos, quiero que cuando recuerde esto me entren tantas ganas que la posea como un animal en tu honor, o tenga que pegarme una ducha para calmarme. Te conozco como para saber que estas a la altura. Sólo tienes que soltarte'. Tras terminar la frase me separé poco a poco de ti mientras tú seguías inmóvil asimilando todo lo sucedido. Me levanté, volví a colocarme la cámara y te volteaste para mirarme. '¿Empezamos?', pregunté con la mejor de mis sonrisas. Asentiste con decisión, dejando claro que te apetecía que sucediera todo lo que había dicho, y cambiaste la expresión a la que tanto había deseado. Fue entonces cuando ya todo comenzó a ser demasiado para nosotros.

7.6.12

Enmarcando tu silueta (II)


'No hay prisa, así que comencemos con el primero', dije escogiendo un vestido liso de colores bastante llamativos. Era estrecho y con un escote discreto, sin resultar demasiado. Probablemente fuera el más corto pero estaba tan pegado que no podía dar mucho juego con los movimientos, y estaba seguro que te marcaría un trasero espectacular. Con una sonrisa lo cogiste y, saliendo al pasillo un momento, fuiste a cambiarte. Me hizo mucha gracia ese momento de pudor o timidez, pero formaba parte del encanto. Yo mientras continuaba hablando, tomando el control de la situación por fin. 'Recuerdas que eres una modelo que está desesperada por el trabajo y, para que negarlo, es mi cumpleaños, yo creo que incluso un poco excitada con el fotógrafo'. Oí cómo te reías con el comentario, 'anda, menos acelerarse, que eso último no entra en mi papel', y entraste contoneándote de nuevo, 'sino te lo tendrás que ganar' me dijiste clavándome tus ojos. No me equivocaba, el trasero que te hacía creo que era una de las principales razones por las que escogiste ese vestido entre otros; y tenía menos de cuatro horas, por lo que no iba a molestarme ocultando cómo te miraba ni disimulando que me mordía el labio al verte. Te sentaste sobre la cama y pusiste tu mirada más inocente, así como cambiaste el tono de voz. 'Entonces... ¿cómo quiere que me ponga?', dijiste con una fingida timidez. Sabías que los juegos de rol me encantaban, y fue un guiño más que me dedicaste esa tarde. La verdad es que cada detalle estaba cuidado. 'Entremos en calor, nena', tomé la pose de un experto en la materia con la autosuficiencia de saber que las chicas que venían a mi estudio estaban tan desesperadas que no me tenía que conformar con soñar ese cuerpo, por lo que no tenía prisa; 'tomémoslo con calma y comencemos ejercitando un poco las expresiones'. Ambos nos reíamos al interpretar nuestros papeles, no queríamos ser creíbles, sólo jugar. Aunque he de reconocer que para ser una modelo fingida, lo estabas haciendo más que bien.

Tras las primeras fotos de tu rostro apoyado en la cama o en algunas expresiones sencillas, comencé a dejarme llevar dando el siguiente pasito. Esta vez jugábamos con posturas más divertidas, te ponías de rodillas sobre la cama incorporándote mientras tirabas poquito a poco del vestido para que no se subiese demasiado, te dejabas caer hacia delante para que saborease tu escote, alguna de espaldas para disfrutar de ese vestido... yo soltaba comentarios en un tono jocoso como una fingida motivación para que perdieses el pudor, aunque los dos éramos conscientes de que realmente los pensaba. Cuando lo creí suficiente, te miré indignado apartando la cámara. 'Cariño, no vas a llegar a ningún lado si de verdad cohibes esa espectacular escultura que tienes como cuerpo', decía mientras me acercaba para tocarte las piernas, como remarcándolo. 'Si te pasas más tiempo tratando de ocultarlo que abriéndote a la capta, es imposible que te capte el objetivo. No te preocupes, si hay algo que se deba tapar, ya para eso está el ordenador. Suéltate, y da rienda suelta a tus curvas que parecen hechas para estar enmarcadas'. El rubor que te encendió estoy seguro que no fue fingido. En cierto modo se te estaba haciendo más duro de lo que pensaste el soltarte frente a la cámara, y la tontería del juego de personajes estaba logrando encenderte y sorprenderte disfrutando de sentirte una modelo. Levantaste las manos con gesto inocente tratando de demostrar que te rendías, que no ibas a volver a taparte, y mientras volvías a repetir la postura no pudiste evitar echarle un ojo a mi vaquero y darte cuenta que realmente me estaba gustando tu regalo. De nuevo con una sonrisa, volvimos al trabajo.

6.6.12

Enmarcando tu silueta (I)


'Ya he decidido tu regalo de cumpleaños', sentenciaste. Llevabas unas semanas pidiéndome que te dijese qué quería por mi cumpleaños, y yo me negaba. Entre bromas lo único que había dicho era que pasase algo entre nosotros, ya que había pasado demasiado tiempo sin que mis manos visitasen las curvas de tu piel e inevitablemente echaba de menos tu cuerpo de infarto. Siempre me volvieron loco esas tetas que parecían hechas a la medida de mi mano, lo suficientemente grandes como para disfrutar de ellas al botar pero sin resultar exageradas; pero sin lugar a dudas lo que todavía me seguía quitando el aliento era tu trasero. Madre mía. Habías vuelto a la rutina de usar a menudo tanga, y cuando estaba contigo había muchos movimientos o posturas que dejaban entreverte y perdía absolutamente el control, reprochándome a mi mismo no poder quitarte ojo. Eso unido a que hace tiempo pediste el pudor conmigo, y estoy seguro que te vuelve loquita demostrarte que todavía tienes el poder de provocarme erecciones a tu antojo... me ha dado demasiadas situaciones dignas para el recuerdo.

Pero era de mi cumpleaños sobre lo que hablábamos. Reíste al saber que era eso lo que pedía, pero continuamos con la broma y lo deshechamos. Por eso me sorprendía que se te hubiese ocurro ya, aunque estaba impaciente por saberlo. 'Ok, ¿te llamo y me lo vas explicando?', te contesté en la conversación después de dejarme llevar por la imaginación unos segundos. 'Perfecto, porque además todavía tengo que preparar los detalles... pero esta tarde creo que podré'. Cerré la conversación y mientras buscaba el móvil continuaba imaginando qué podías planear. ¿Tal vez fuese algún tipo de manualidad? No... no le habrías dado tanto juego. 'Joder, anda que tardas, eh', fue lo primero que dijiste al cogerlo, 'es que me distraí imaginando qué me tienes preparado', 'no lo vas a adivinar, pero me encanta que lo intentes' sentenciaste en tono burlón. Tenías algo de picaresca en la voz con cada palabra que decías, y me resultaba extraño porque llevaba mucho sin escucharte con ese tono. 'Entonces, ¿alguna idea?'; '¿Es algo que has hecho a mano?'; 'No, no, no van por ahí los tiros' mientras reías; '¿Algo de comer?'; 'Que he dicho que no van por ahí', mientras continuabas riendo; '¿Sexo, entonces?'; y sin detener la risa '¿Pero quién te crees que soy?'. Esa frase escondía un matiz que no lograba descifrar pero... mi cuerpo reaccionó automáticamente con la idea, y mi pecho comenzó a transpirar mientras mis vaqueros palpitaban. 'Anda, vente cuando puedas, que esto ya está', fue lo último que dijiste antes de que yo, apresurado, colgase para coger el coche.

4.6.12

Conduciéndote a la locura (II)


Esa canción la disfrutamos porque estaba perfectamente escogida. Tú te habías recostado en el asiento, dejándote caer un poco, y apoyabas la cabeza en la pequeña almohada que se encontraba en el reposa cabezas. Mi mano había vuelto a la caja de cambios por deber, y la imagen que estabas ofreciéndome mientras me mirabas recostada era espectacular. Te movías muy suavemente al tempo que marcaba mientras sonreías y ladeabas la cabeza, y yo me planteaba seriamente si de un frenazo parar el coche en el arcén y comenzar con el show. Ya estaba totalmente amanecido, pero hacía la temperatura perfecta de las primeras horas y el verano dejaba desierta la carretera en esos momentos. Pero tenía todo el tiempo del mundo y quería disfrutarlo sin prisas, así que me relajé y continúe admirando tu espectáculo mientras seguía controlando la carretera. Cuando la música paró, volviste a bajarlo un poco y me miraste, '¿vuelves a tener miedo de apoyar tu mano?' moviendo la cabeza hacia mi mano en la palanca de marchas. 'Ahora tengo miedo de que le sepa a poco tu rodilla' respondí mientras mis dedos se apoyaban en ella e iban subiendo poco a poco por el muslo levantando lentamente la falda, 'mejor, porque hay otras partes de mi cuerpo que están más necesitadas de atención' y, recostándote otro poquito, cogiste mi mano para que continuase recorriendo la pierna dejando el vestido casi a la altura de tu ropa interior. 'Mira a la carretera', dijiste imponiéndote un poco, y justo cuando clavé mi vista sobre la calzada de la autopista noté como cogías mi mano y la apoyabas sobre la suave tela húmeda e hirviendo. Dios, me iba a explotar la entrepierna, pero aproveché para masajear con paciencia sobre tus braguitas provocando que suspirases suavemente casi en mi oído. Joder, esto tenías que tenerlo preparado, sino no era posible que fuese tan redondo.

2.6.12

Conduciéndote a la locura (I)


Recuerdo perfectamente esa noche como si hubiera sucedido hace unas semanas, así que sin ningún problema podré describírtela si es lo que quieres. Seguro que me paso muchos detalles, pero has estado tantas veces en mi cabeza que es imposible memorizar cada una de ellas. Espero que lo disfrutes, ya que yo, sin lugar a dudas, sí lo hice.

Eran poco más de las siete cuando empezó a vibrar mi móvil. Tuve suerte de que esa noche yo tampoco había dormido nada así que no me despertó, pero aún así me sorprendió ver que me llamabas, ya nuestra relación solía basarse en conversaciones por la red y las pocas veces que habíamos coincidido y compartido unas palabras; aunque he de reconocer que muchas de esas conversaciones eran bastante, digamos... intensas. Así que con la típica sonrisa que se nos dibuja al pensar que alguien está llamándonos a esas horas porque no nos quita de su cabeza te cogí el teléfono.

'¿No será ninguna urgencia, no?', te pregunté en tono jocoso al descolgar, 'pero mira que eres tontito, sólo te llamaba para preguntarte qué tal' contestaste con la voz un poco tomada. Se oía ruido a tu alrededor, así que intuía que acababas de salir de algún local. 'Pues estaba ya llegando a casa, ¿cómo ha ido tu noche?', 'genial, aunque ahora todavía me queda un rato enorme hasta volver yo porque hemos salido por Madrid y ya sabes qué... ¿sigue en pie lo que me ofreciste?'. No pude reprimir una carcajada, '¿en serio quieres que te vaya a hacer de chófer?, jaja', 'hombre, pues claro!' fue lo único que contestaste. Tras unos segundos de silencios continué, '¿pero recuerdas lo que hablamos donde eso, no?', 'sí, claro' respondiste de forma tímida. 'En veinte minutos creo que he llegado, y te llamo', fue lo poco que dije antes de colgar. Entonces saqué del bolsillo las llaves del coche, me sonreí y busqué qué canciones ponerme para el viaje. Pintaba de lujo cómo iba a terminar esa noche, aunque por otra parte ya había amanecido..