2.6.12

Conduciéndote a la locura (I)


Recuerdo perfectamente esa noche como si hubiera sucedido hace unas semanas, así que sin ningún problema podré describírtela si es lo que quieres. Seguro que me paso muchos detalles, pero has estado tantas veces en mi cabeza que es imposible memorizar cada una de ellas. Espero que lo disfrutes, ya que yo, sin lugar a dudas, sí lo hice.

Eran poco más de las siete cuando empezó a vibrar mi móvil. Tuve suerte de que esa noche yo tampoco había dormido nada así que no me despertó, pero aún así me sorprendió ver que me llamabas, ya nuestra relación solía basarse en conversaciones por la red y las pocas veces que habíamos coincidido y compartido unas palabras; aunque he de reconocer que muchas de esas conversaciones eran bastante, digamos... intensas. Así que con la típica sonrisa que se nos dibuja al pensar que alguien está llamándonos a esas horas porque no nos quita de su cabeza te cogí el teléfono.

'¿No será ninguna urgencia, no?', te pregunté en tono jocoso al descolgar, 'pero mira que eres tontito, sólo te llamaba para preguntarte qué tal' contestaste con la voz un poco tomada. Se oía ruido a tu alrededor, así que intuía que acababas de salir de algún local. 'Pues estaba ya llegando a casa, ¿cómo ha ido tu noche?', 'genial, aunque ahora todavía me queda un rato enorme hasta volver yo porque hemos salido por Madrid y ya sabes qué... ¿sigue en pie lo que me ofreciste?'. No pude reprimir una carcajada, '¿en serio quieres que te vaya a hacer de chófer?, jaja', 'hombre, pues claro!' fue lo único que contestaste. Tras unos segundos de silencios continué, '¿pero recuerdas lo que hablamos donde eso, no?', 'sí, claro' respondiste de forma tímida. 'En veinte minutos creo que he llegado, y te llamo', fue lo poco que dije antes de colgar. Entonces saqué del bolsillo las llaves del coche, me sonreí y busqué qué canciones ponerme para el viaje. Pintaba de lujo cómo iba a terminar esa noche, aunque por otra parte ya había amanecido..


Mientras conducía recordaba las últimas conversaciones que habíamos tenido. La verdad es que fue por una tontería que empezáramos a hablar por el Tuenti, y más tonto todavía fue que descubrieras que me gusta escribir este tipo de cosas y las conversaciones se volviesen mucho más atrevidas. Éramos uno de esos amigos agregados que compartíamos algunas amistades pero nunca habíamos tenido conversación directa, aunque he de reconocer que esa manera tuya de acercarte a los hombres y parecen hambrienta todo el día entre bromas me volvía loquito. Físicamente no hablaremos, porque esto no hubiera pasado si no me resultases francamente atractiva pero sé que tú lo discutirías. Creo que eres una de esas chicas que logran volver locos con su cuerpo y lo usan cuando quieren, pero no son capaces de reconocerse que su cuerpo consigue esas cosas. Pero, a parte de algún momento de imaginación, nunca hubiera pensado que llegaríamos hasta este punto.

Y esta es una de los motivos que justifican haber pasado parte de mi vida escribiendo relatos: cuando descubriste que tenía una web donde los publicaba, entre bromas empezamos a jugar. Empezó a interesarte quién era la protagonista, qué tenías que hacer para ser tú una de ellas, o si eran reales los detalles que solía remarcar. La gente normalmente suele hacer algún comentario cuando se entera y dejarlo estar, pero parecía que te habían gustado lo suficiente como para empezar a verme con otros ojos. Además, la mitad de las noches cuando volvías de fiesta aprovechábamos los móviles para continuar estas conversaciones y era normalmente cuando más caldeadas se ponían. Fue entonces cuando empezaste a proponerme porqué no iba a buscarte para traerte a casa, ya que era un viaje largo, aunque obviamente no iba a regalarme tan fácilmente... y le pusimos un precio. Yo simplemente te objeté que no iba a ir así, de gratis, mientras que tú fuiste la que dijiste que estarías muy agradecida, y podrías demostrármelo. Exactamente recuerdo tus palabras: 'bueno, no se me ocurre qué mejor forma de coronar la noche que volviendo en coche y teniendo un último baile... son dos cosas que me encantarían!'. Cuando te pones tan directa me vuelves loco.

Y ahí estaba yo, a medio camino pisando el acelerador para no tardar mucho, mientras escogía qué música iba a sonar en el camino de vuelta y me colocaba en el asiento para que no me molestase la erección al conducir. Pasaban por mi cabeza todo tipo de ideas: ponerme dominante y exigirte que al montarte tuvieras que irte desnudando poco a poco, hacer que me tocases mientras te traía de vuelta, ver cómo te tocabas tú mientras yo aceleraba, no arrancar hasta que no háyasenos... en realidad estaba yéndome demasiado lejos con la imaginación, pero había sido una noche muy movidita y, por tu voz, parecía que te morías de ganas tanto como yo. Miré la hora y me di cuenta que había tardado muchísimo menos de lo normal y casi estaba donde te tenía que recoger, así que activé el manos libres para quedar. 'Dime, ¿qué pasa?', gritabas para que se te oyese sobre el barullo. 'Casi he llegado, ¿por dónde andas?', 'joder... ¿ya estás aquí? ¡Anda que te has dado prisa!', siempre te ha hecho gracia comprobar lo entregado que me conviertes, 'pensé que mi damisela estaba en apuros, por algo me habías llamado, ¿no?'. 'Cierto, claro, porque me moría de ganas de verte. Voy a la rotonda, recógeme ahí', y colgaste. Directa, como a mi me gusta, y al parecer otra parte de mi cuerpo también agradeció que fueses tan directa, porque a duras penas la contenía el pantalón.

Cuando te vi esperándome en la rotonda me di cuenta que no tenía sentido continuar imaginándome las fantasías que me estaba montando, ya que no me esperaba para nada que estuvieras tan buena, sinceramente. Es cierto que normalmente tengo más labia para describir, y más si se trata de ti, pero esa vez simplemente provocaste que mis instintos mas primitivos quisieran devorarte a bocados, y eso que tampoco estabas realmente espectacular. La noche había pasado mella y tu peinado no estaba inmaculado, pero inspiraba un aroma a loba que era increíble; el escaso maquillaje se había corrido por el sudor, andabas cansada dando vuelta y no contabas con tu mejor porte y el vestido estaba bastante descolocado pero eras tú. No eras una imagen idílica que os gusta convertiros las mujeres a la hora de salir de fiesta, sino eras realmente tú, como normalmente soléis volver. Tu expresión no era forzada, las piernas seguían siendo inmensas, no te parabas de mover demostrando que estabas casi tan nerviosa con la situación como yo y perdías la mirada porque seguro que estabas imaginando qué sucedería en la noche. Tuve la suerte que no reconocías mi coche, ya que nunca me habías visto con él, por lo que era capaz de observarte mientras me acercaba poco a poco bajando la ventanilla. 'Ey, nena, ¿te apetece dar una vuelta?', te dije con mi mejor tono de Joey mientras paraba frente a la acera. 'Eres tontísimo, eh', decías mientras entrabas en el coche y tus largas piernas iban colocándose en el asiento del copiloto. Nos quedamos unos largos segundos mirándonos sin saber cómo saludarnos, aunque nunca había pasado nada en cierto modo habías hablado que la noche terminaría con... activando la música y arrancando el coche rompí ese silencio, mientras te preguntaba qué tal habías pasado la noche.

Siempre fue una de mis habilidades que la chica se sintiera cómoda con la situación antes de ir insinuando lo que realmente nos ocupaba la cabeza. Tú me contabas el ambiente del local, e incluso te permitías el lujo de bromear con la cantidad de chicos que habías estado jugando, parecía que estabas encantada con que yo entrase en el trapo. 'Parece que voy espectacular porque madre mía, no podía dejar de quitármelos de encima', terminando la frase con ese tono de burla tan característico que volvió a activar esa parte de mi cuerpo. 'La verdad es que increíble sí estás, pero yo creo que fue porque sabías que me ibas a llevar después y estabas muerta de ganas, ellos se dieron cuenta y...', te dirigí la mirada para ver tu reacción, 'no creo, la verdad', respondiste con sorna. '¿No crees que estabas muerta de ganas? Anda ya, si desde aquí puedo notar cómo te vibra el corazón cada vez que rozo tu pierna poniendo quinta...' y aproveché para deslizar mi mano de la palanca de cambios a tu rodilla, mientras tú soltabas un pequeño grito entre sorpresa e indignación y reías por lo bajito. 'La verdad es que esta música mola, ¿eh?', 'anda si vieras la que tengo preparada para luego', 'jajaja, cómo las sueltas hoy, ¡madre mía!', 'uno, que sin sangre en el cerebro es más rápido'. Tu mirada comenzó a humedecerse y con la excusa de mirar los retrovisores me pasaba todo el rato echándote un ojo. Joder, eres mi mejor vicio, aunque el más peligroso. Aceleré un poco más porque no era capaz de controlarme. 'Anda, anda, no te pongas nervioso no vayamos a tener un susto yendo tan rápido, ¿te quieres librar de mí ya, o qué?'. Y entonces algo se desconectó en mi cerebro. Realmente, si hubieras estado más cerca, estoy seguro que podrías haber escuchado un claro 'click' de mi autocontrol yéndose al traste. Todavía no había quitado la mano de tu rodilla, y al decirme esta última frase te habías colocado en el asiento y se había deslizado unos centímetros por dentro de la falda. 'No te confundas. Lo que quiero es que te liberes ya de esas braguitas, por eso me doy tanta prisa'. Te clavé los ojos porqué quería ver tu reacción, y no me defraudaste. Sabías qué iba a provocar ese movimiento con tu cuerpo, y lo estabas esperando así que me mantuviste la mirada y, tras morderte los labios involuntariamente una milésima de segundo, me contestaste 'con lo bonita que me he puesto hoy para ti, no quisiera que por las prisas no pudieras ver qué tal me queda'. Ding, respuesta correcta. Acabas de obtener el triple siete. Me mantuve clavado a tus pupilas olvidándome de la carretera, 'va a ser una noche muy larga', susurré con una sonrisa casi sin ser consciente de lo que decía. 'Eso espero', me contestaste acercando poco a poco tus labios, 'y comenzará cuando tú decidas'. Y apartaste en el último instante el rostro para señalar la carretera mientras subías un poquito la música. Se avecinaba tormenta dentro de ese coche, y la verdad es que ni se me pasaba por la cabeza coger un paraguas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario