18.12.11

Estudiándote a conciencia (I)


Todo puede prender con la chispa adecuada. Esa era la idea que necesitaba al salir de casa si quería autoconvencerme que yo también tenía posibilidades contigo, no sólo esos chicos perfectos y geniales que se podrían equiparar a ti. Iba a luchar por un día de ensueño, de esos como en los cuentos de hadas, como en esas estúpidas películas que me sacan de quicio... y si quería un día así, debía obligarme a creer las bases de dichos cuentos: el feo gracioso también puede ligar. De hecho, no sólo puede ligar; sino que liga con la chica de ensueño. Así que traté de ponerme medianamente guapo, me calcé la mochila y dándome el último detalle con un toque de colonia; y allá vamos. Salgo de mi casa repitiéndome la idea una vez más... además, ¿qué escenario hay más romántico que una biblioteca? Ea, todo sea dicho. Parece que el destino no estaba conmigo.



El viaje es lo suficientemente largo como par darme tiempo a pensar las cientos de miles de posibilidades que pueden ofrecernos esta tarde, y tan corto como para que no se me ocurra la única forma en la que no todo acabe mal, en la que no me evites o simplemente la que te hará pasar a ti la mejor tarde. Parecía uno de esos superordenadores que estudian todas las posibilidades simultáneamente para obtener la mejor predicción y, cuando empezaba a demostrarme que sí hay alguna pequeña luz que me da esperanza de conseguir algo...  ya estaba en la uni. Nervios. Nervios de nuevo. Se me olvida absolutamente todo lo que me llevo convenciendo. "Tranquilízate... que pareces un jodido crío en tu primera cita. La has visto 100 veces, esta es una más. Que anoche se os fuera de la mano la conversación y os diese por imaginar tonterías que... en fin, para ella era un juego, una conversación divertida. Ni siquiera se va a acordar. No te lo plantees más. Sigue como siempre. No se merece que te conviertas en otro retrasado que se cohibe al tenerla cerca. Demuestra que tú no eres otro de esos ton...", 'Ey, ¡pensé que llegaba tarde! Ya me daba miedo hacerte esperar'. Tu voz me sorprendió desde la espalda. ¿Cuánto tiempo llevaba quieto en la puerta de la facultad? Me giré y estabas sonriente, como siempre. De hecho... te habías puesto preciosa. Empezaba a hacer calor, por lo que ya empezó la época de las faldas vaqueras, y con una camiseta básica que te estilizaba... estabas increíble. No excesivamente corta. No excesivamente escotada. Pero sí lo suficientemente atractiva como para... 'a ver, es que me quedé esperándote. Era fácil saber que estabas llegando detrás de mí... ¿no te diste cuenta de las gradas que han montado con cientos de hombres babeantes que llevan esperando a que vengas toda la tarde? Parece que ya se saben tus horarios de venir a la biblio. Y con esa falda... ¡normal que les merezca la pena esperar toda la tarde!', te sonreí como un tonto. Cuando estoy nervioso sólo pasan gilipolleces por mi cabeza.. y antes de quedarme en silencio, prefiero que te distraigas con esas tonterías. Me miraste fingiendo odio, '¡pero si fuiste tú anoche el que me pediste que a ver si por un día me ponía mona para ir a la biblio, que estabas harto de verme sólo cuando no me arreglo! Así que bueno, me tomaré esa parrafada como un 'Pues sí que estás guapa, sí'; ¡ya que no te dignas a decírmelo!'. Miré a la puerta para que no pudiese verme la cara. 'Anda... vamos dentro, antes de que te relacionen conmigo y crean que algo tienes algo malo... ¡Porque cualquiera vendría contigo a la biblio si se lo pidieses! Ya veo la portada del Hola.... Cristiano Ronaldo acepta ir a la biblio con chica jovencita. ¡Serías la envidia de Patricia Conde!'. Pasando mi mano por tu cintura te guié hacia dentro de la facultad, aprovechando para besarte suavemente en la cabeza en forma de saludo. "Mierda... sí se acuerda de la conversación de anoche", fue lo único que pensé hasta que entramos en la biblioteca propiamente dicha.

Cogimos una mesa bastante apartada porque querías que te ayudase a entender un par de cosas. Me senté a tu lado, colocamos las cosas y establecimos que cuando tuvieses dudas me avisarías mientras yo trataba de actuar cómo si estuviera estudiando. Mi cabeza seguía con sus gilipolleces, por lo que me costó bastante concentrarme lo suficiente como para considerarse estudiar. De vez en cuando me interrumpías para que te explicase algo, y... una de las cosas que adoro de ti, es la ternura con la que haces ese tipo de cosas. Tienes casi tanto miedo como yo a estorbar o molestar, por lo que para llamar mi atención te limitabas a acariciarme un poco la pierna, o el brazo... 'ey... ¿te molesto?'; y luego me preguntabas. Por suerte me gustan los vaqueros... con algo más finito probablemente hubieras sentido como se me erizaba la piel con ese simple roce. Yo trataba de explicártelo lo mejor que podía entre bromas y gilipolleces; y cuando la biblioteca se empezó a llenar podíamos ver como nos miraban con odio. Decíamos bromas demasiado a menudo y, aunque tratásemos de hablar bajito, entendíamos que eso pudiese llegar a molestar a alguien. Además, poco a poco nos estábamos poniendo más melosos y cariñosos. Mientras te resolvía la duda no podía evitar ponerme a recorrer tu pierna desde la rodilla hasta donde la falda comenzaba; lo que solías corresponderme con sonrisas pícaras. Cuando era consciente de lo que hacía, solía quitar la mano rápidamente con miedo a que te pensases que... 'mira que eres tonto. Es una pierna, no le tengas miedo, ni siquiera pincha mucho... ¡Que para algo me he depilado! No hace falta que salgas huyendo para no tocarla', 'sabes que no es eso... pero, no sé, no quiero que te moleste si me pongo tontorrón con tu pierna. Puedo resultar pesado, lo sabes'. 'Más que tonto, eres idiota. Idiota perdido. No te preocupes que si resultas pesado ya te lo diré, pero si no te he dicho nada será porque no me molesta... ¿no?'. Ahora era yo el que sonreía pícaramente. No... no quería, pero ese tipo de comentarios despertaban otra parte de mí. 'Ten cuidado... con este tipo de bromas, puede que reaccione una faceta de mí que... no te guste, la verdad'. 'Ah, ¿sí? Y... ¿Qué parte es esa? ¿Por qué todavía no me has dejado conocerla?', cogiste mi mano con la tuya y la apoyaste en tu rodilla suavemente. 'Sí.. algo la conoces. Como... por ejemplo anoche, nos pusimos a decir tonterías y empezaste a conocer esa parte de mí... creo'. 'Entonces tendré que pincharte más a menudo, porque anoche me encantaste como nunca'. Tu mano, guiando a la mía, subió un poquito por tu pierna haciendo suaves círculos por la cara interna de tu muslo, soltándome con la escusa que tenías que escribir. 'Te arrepentirás de esto en algún momento de la tarde...'. Te susurré mientras pellizcaba suavemente tu muslo. Giraste para responderme quedando casi a la altura de mi cuello, 'me lo estoy ganando a pulso, sería hipócrita no asumir las consecuencias', y mordiste mi mandíbula apoyando con delicadeza los dientes, casi besándola. No habías conocido mi lado 'oscuro' nunca y... estabas despertándolo. Estabas despertándolo demasiado rápido...

No hay comentarios:

Publicar un comentario