1.12.11

Plan B



Estábamos dando una vuelta... hacía demasiado que no te veía, y me encantó estar contigo de nuevo. Te pusiste preciosa para mí... tu pelo como me encanta, ondulado, suave e increíblemente brillante; unos pantalones sin demasiados adornos, como me gustan, que dejaban entrever tus caderas y tu vientre; llevabas un poco de escote, el justo como para poder soñar; tu cuello olía a ese perfume dulzón que me da impulsos de besarlo una y otra vez hasta que la boca sepa a ese olor... sabes que no me gustan las chicas pintadas, pero te retocaste un poco los ojos y eso los exaltaba un poco más. Estabas irresistible. Nos vimos, no pude dejar de mirarte a los ojos y tú te sonrojabas y evitabas la mirada... 'te echaba de menos... nadie me mira como tú'. Sonreí. 'Nadie te quiere como yo...'. Te besé con ternura, te abrazaste a mí y volvimos a besarnos... era genial. Sonreímos, te cogí de la mano y caminábamos por el mundo sonriendo, a saltitos y riéndonos. Te daba besitos y te acariciaba el pelo mientras reíamos. Nos quedamos en el banco de un parque. Hablamos, sentado uno en frente al otro, con ratos en silencio fundidos en besos y caricias. Te pusiste sentada encima de mí, y sabes como me encanta, devorándome el cuello mientras yo apoyaba mis manos en tus muslos y subía a tu cadera. Tenías la chaqueta abierta, dejando ver el ligero escote, por lo que me separé un poco y empecé a recorrer a besos de tu cuello a tu pecho... todavía me vuelve loco tu cuerpo y estabas sentaba sobre mí, así que te diste cuenta... y me encanta. Jugamos un rato sobre el banco, hasta que te susurré 'mi casa está sola', y me miraste con sorpresa. 'No te preocupes, no te haré nada que tú no quieras, ya lo sabes', aclaré. Sonreíste y me empujaste un poco, 'no era por eso... era porque hace mucho que no voy a tu casa', 'no te preocupes, la casa está igual exactamente igual. Vamos, o eso creo. Ah... no... lo siento... he mentido. Mi madre cambió el cuadro de la entrada de lugar...'. Sonreíste, te dí un último beso y caminamos poco a poco hacia mi portal. Nos reíamos recordando tonterías... 'llevaba mucho sin poder abrazarte... echaba de menos sentirme protegida', me confesaste. 'Sabes que siempre que lo pidas te lo daré... con lo que me encanta tu olor, no tengo el más mínimo problema...', sonreíste, 'tonto'... y te abalanzaste sobre mis brazos. Te cogí, te levanté, te dí una vuelta 'te quiero, mi ángel', te susurré al oído, 'Anda, suelta... ¿No íbamos a tu casa?', esa sonrisa repleta de picardía destruyó toda mi cordura con demasiada facilidad... así que seguimos caminando.



Abrí mi portal. No pude evitar, cuando caminábamos hacia el ascensor, apoyarte contra la pared para besarte con pasión. Eras mía... no te podías escapar entre mis brazos. Besaba tu cuello y tú bajabas tu mano por mi espalda hasta mi trasero. 'Dios... qué calor...' susurraste, te abracé y te abrí, una a una, todas las capas de ropa. Me fijé en tu camiseta, me gustaba, aunque tú me pillaste mirando con disimulo tu escote, pero no te molestaba... seguía siendo yo. Subimos al ascensor. Te besé en el ascensor, muy pequeño, mirando tu trasero sin querer en el espejo. bajamos en mi piso, respiramos hondo, abrí la puerta... y oí a mis hermanos. Mierda. Te pedí que te quedarás en el rellano, yo entré, puse la escusa de que iba al baño y salí sin que nadie se pensara nada. Te miré, nos reímos por lo bajito y optamos por bajar a un parque. En el ascensor te besaba de nuevo... pero... me separé y paré lo paré. No lo entendías. 'No tenemos casa, pero...', me sonreíste, las palabras... sobraban. Te apoyé contra la pared, apoyé mi mano en tu tripa, te besaba, me apoyé bajo todas tus capas de ropa y subí, poco a poco, por tu suave piel. Tu mano se apoyó directamente sobre mi miembro... 'siempre te toca a tí', dijiste, 'Pero es que me encanta tu cuerpo, y a mí no me molesta jugar contigo...' te contesté... 'Vale'. Te apoyaste en la pared con las manos en cruz. Te quitaste todas las capas, una a una, hasta quedarte sólo con la camiseta y te volviste a poner. 'Tienes un minuto para disfrutar de mi cuerpo...', y me miraste. No me lo pensé dos veces. Una mano se apoyó en tu cadera, la otra fue a tus pechos y mi boca besaba tu escote. De tu cadera fue a tu trasero, entrando bajo tu ropa para jugar con la fina tela de la ropa interior; y de tus pechos bajó por tu vientre, llegó a tu cadera, se metió bajo el pantalón, bajo la ropa interior y... logró que te mojaras. No pude estar nada de tiempo, porque enseguida se acabó el minuto. Me separé, me empujaste contra la otra pared y te acercaste a mi miembro agarrándolo sobre la ropa. Me mordías el cuello mientras jugabas con él, sacándolo de la prisión de la ropa, y haciéndome gozar como sólo tú sabes... hasta que te cansaste, bajaste poco a poco a besos hasta llegar a la cintura, y continuaste con la boca... 'Dios... esto si que lo echaba de menos...'. No pude evitar suspirar. Tu boca sabía qué necesitaba, cuándo y cómo... me besabas, me mordías, jugabas con tu boca mientras tus manos ayudaban... 'pero... ¿No sería mejor si, sin querer, se te cae el pantalón?', sabías mejor que yo que tu trasero es mi punto débil... con una mano, mientras seguías jugando conmigo, dejaste caer la tela dejando ver la ropa interior y... notaste como crecía dentro de ti. Seguiste jugando hasta que no pude más, te miré y susurré '¿Dónde puedo...?', me miraste dándome una respuesta, de nuevo esa mirada pícara, esa sonrisa, tu sonrisa... Dios, era algo a lo que no podía resistirme, pero no podía acabar todavía. Te alejé. 'Todavía queda tiempo, no quiero terminar ahora', te susurré mientras te apoyaba contra la pared y te devolví el favor, haciéndote gozar hasta que gimieras en mi oído, cada vez con más fuerza. Me encantaba... tus gritos me la ponían demasiado dura, el espejo estaba con vaho, tu cara reflejaba tu gozo, tu pelo, tus manos, tu cuerpo, mis dedos... no podía más. Tiré de ti, te puse de rodillas en el suelo, como una gatita, aparté la ropa interior y recordaste que un pene es mucho más grande dentro de ti que en tus manos... te agarré los pechos, te acercaba a mí mientras te embestía con fuerza y gozabas como nunca, gimiendo en ese ascensor, mientras yo no paraba, y tú me pedías que siguiera así por siempre...
Esa tarde te demostré que no es necesaria una cama para gozar...

No hay comentarios:

Publicar un comentario