15.12.11

Visitando tu piel (II)


Después de varios pubs fuimos a una discoteca a continuar con la pantomima mientras teníamos gente alrededor, y a jugar con nuestros deseos cuando no podíamos aguantar más. Yo llevaba duro desde hacía horas, y tú buscabas cualquier escusa para sentirme cerca de ti y corroborarlo. La noche se iba consumiendo y estaban pensando ya en volver, cosa que me iluminó el rostro. Tras las despedidas, te tendí la mano 'se acerca tu momento', y te guié por un paseo lento a través del parque hacia nuestro destino. Ambos estábamos ansiosos y nerviosos, pero yo quería disfrutar del parque, de la tranquilidad, para poder recuperar todas las fuerzas que pensaba gastar esta noche. Necesitaba oxígeno para bombear todas las embestidas que te daría. Te llevaba de la cintura mientras te comentaba tonterías sobre cualquier tema... necesitaba unos momentos de descanso. Además, juré que te iba a saciar, y el momento especial y bonito también tenía que saciártelo. Te besaba el cabello, a veces iba detrás tuya abrazándote y trataba de hacerte sentir una princesa. Poco a poco nos dirigíamos al hotel donde me quedaba e intuiste cual era mi plan, a lo que optaste por avisar en tu casa que esta noche te quedabas a dormir en casa de uno de tus amigos, como otras veces ya habías hecho. Yo poco a poco iba poniéndome nervioso por cómo empezar el asunto... sabía que en el momento que empezara, el resto llegaría solo y sería increíble. Pero debía también pensar en un principio increíble. En la puerta del hotel, cogiéndote de la mano, tiré levemente de ti para que parases. 'Disfruta ahora, lo vas a necesitar. Disfruta y sáciate del momento bonito y especial; de los besos, piropos y caricias con las yemas de los dedos. Disfruta hasta que estés preparada, y ya no quieras más de esto. Nos quedamos aquí, si quieres, y hablamos, reímos y disfrutamos de esta preciosa noche. Desde que entremos ahí dentro, el juego cambiará de reglas; así que eres tú la que decide cuando ya no le vale con estas normas'. El calor había sido intenso durante la noche, cierto, tanto el interno como el externo; pero ambos también necesitábamos estos momentos. Nos sentamos en la puerta del hotel abrazados a hablar. Te mimaba el pelo, tu jugabas con mi mano, y te susurraba todo lo que había sentido desde la última vez que nos vimos, y cosas que me encantaban de ti. Fue un momento mágico, cierto, pero yo me quedo con la mejor parte, cuando ladeaste la cabeza para poder mirarme a los ojos y me susurraste 'quiero el cambio de reglas. Necesito el cambio de juego. Quiero empezar a ser tu esclava esta noche'. Sonreí. 'Cuando te pida que cierres los ojos, hazlo. Cuando te pida que te sueltes, hazlo. Cuando te pida que pidas, hazlo. Cuando tengas ganas de amarme y creas que el juego debe cambiar de reglas de nuevo, y ser yo el esclavo... ni siquiera lo digas, tendrás algo para atarme a mano'. Te besé, me levanté, te tendí la mano y entramos juntos al hotel.



Corríamos como niños descubriendo las maravillas de Disney por los pasillos, de la mano, hasta encontrar mi habitación. Cuando llegamos, introduje la llave y abrí la puerta; pero no entré. Con la mano te hice un gesto para que parases. Cogí el cartelito de 'no molestar', y lo puse en el exterior de la puerta. Te sonreí 'siempre desee hacerlo'. Saqué las llaves, las dejé en una cómoda al lado de la puerta y, antes de entrar, te miré. 'Cierra los ojos, y extiende los brazos'. Eso hiciste. Notaste cómo te levanté en brazos y te aferraste a mis hombros. De una patada en la puerta la abrí entera, y de otra patada la cerré. Me abalancé sobre la cama y te dejé caer. Abriste los ojos involuntariamente y me viste. En la mirada irradiaba pasión. No podía contenerla. Te estaba devorando con la vista, y no tenía ningún pudor en recorrer todas tus curvas. De un tirón me deshice de mi camiseta y le tiré al suelo, y me lancé sobre ti, cayendo encima. Mis manos cogieron las tuyas y las llevaron a la cabecera de la cama, tratando de inmovilizarte. Mis manos empezaron a recorrer desde tu muñeca hasta el hombro, mientras te susurraba 'dejemos ya las palabras, no nos hacen falta para comunicarnos'. Te devoraba el escote. No pude evitarlo... necesitaba ese escote. 'Además se te ocurren cosas mejores que hacer con la boca... a mí también pero...'. Adoraba que me contestaras, pero te comí la boca para que no pudieras terminar la frase. No te besaba, te comía la boca. Trataba de robarte la esencia de ti por la boca. La necesitaba. Que competiéramos en este momento todo nuestro ser... mis manos llegaron a tus hombros, bajaron hasta tirar de los tirantes de la camiseta sin mangas hasta dejarlos caídos por los hombros, y continuaron bajando hasta jugar con tus pechos. Los llevaba deseando toda la noche y por fin los tenía entre mis dedos, necesitaba disfrutarlos. Con una mano me apoyaba en la cama mientras con la otra recorría tu cuerpo. Mi boca luchaba con tu lengua y sólo descansaba para jugar con tu cuello; mientras mi pierna se apoyaba en la cara interior de tus muslos y subía hasta hacer presión en el pubis. Tus manos se movieron de la cabecera para destrozarme la espalda, empezando con caricias y acabando con arañazos. Al notar tus uñas luchando contra la piel de mi espalda, mis instintos más salvajes se apoderaron de todas mis acciones, me separé un poco de tí para poder mirarte a los ojos y con ambas manos apoyadas en tu cadera las subí hasta quitarte la camiseta. El sujetador negro te quedaba genial, hay que reconocerlo; pero en estos momentos también sobraba. Me acerqué más a ti para abrazarte y poder luchar contra tu sujetador, y tú mientras aprovechaste para seguir desgarrándome la piel de la espalda y mordiéndome el cuello y el hombro. 'Eres mi presa', jadeabas entre mordiscos, 'no te voy a dejar escapar. Eres mío y no te escaparás hasta que esté plenamente satisfecha'. Tus dientes se clavaban en mi cuello con fuerza pero sabiendo el límite, y tu lengua calmaba la zona tras cada mordisco. El broche de tu sujetador cedió y lo lancé contra la pared de la habitación. Por fin libres. Tú simplemente abriste los brazos para no ofrecerme ninguna resistencia, y te encantaba observar como admiraba tus pechos. Nunca sentiste que tuvieras unos pechos atractivos, simplemente del montón tirando a pequeños pero... ver mi miraba cómo los observaba mientras mis manos jugaban cada uno con uno... lo adorabas. Algo en ti lo adoraba... todo en ti lo adoraba. La sensación de que mis manos manosearan tus pechos, mientras mi boca saltaba de pezón en pezón para devorarlo... te hacía jadear y estremecerte. Apoyabas tu mano sobre mi cabello y me guiabas, mientras entre suspiros suplicabas que nunca parara... 'sé mi bebé, aliméntate de mí...'. Yo no podía dejar de devorarlos. Los sentía suaves, esponjosos, absolutamente erectos para que mi lengua pueda luchar contra ellos a tratar de derribarlos. No sé cuánto tiempo disfruté de estar así pero no lo suficiente. Me cogiste del cuello, tratando de agarrarme del pelo, y tiraste para alejarme. 'Para, que me toca a mí. No eres el único que necesita alimentarse, egoista'. Mi mirada sólo irradiaba deseo'. 'Túmbate y deja hacer las cosas a los que de verdad saben'. Obedecí.

Me tumbé a un lado en la gran cama de matrimonio y tú saltaste sobre mí sin esperar un segundo. Empezaste besándome y bajando a besos por mi cuello, muriendo levemente la nuez, bajando a mordiscos por el pecho mientras tus manos recorrían todo mi torso, recorriendo las suaves líneas que dejaban mis músculos en tensión. El momento me mantenía alerta, y sentías el abdomen duro mientras lo recorrías a besos y tus manos jugaban con mi pecho. Bajabas, bajabas sin pausa, hasta que te acercaste al vientre y tus manos se deshicieron rápido del botón de los vaqueros. Fue un movimiento rápido y certero. Tus manos lo bajaban poco a poco dejándolo simplemente con la fina tela de los gayumbos que no conseguía contener la fuerza de la erección y la sentías contra tu pecho; mientras tus labios jugaban con el hueso de mi cadera y recorrían el músculo que señalaba hacia el pubis. Lo adorabas, y tratabas de agarrarlo entre mordiscos. Tus manos dejaron el pantalón en las rodillas, y tu boca al bajar arrastraba el calzoncillo lentamente. Al subir de nuevo tu mano no dudaste en coger el miembro sobre la tela fina de algodón, mientras tu boca deslizaba poco a poco la goma. Con la mano libre te ayudaste a quitarme los calzoncillos mientras me mirabas a los ojos, 'espero que me sacie, porque tengo mucha hambre'. Simplemente pude jadear cuando liberaste mi polla y chocó contra tu pecho. La agarraste con el mástil con una mano y simplemente acercaste la boca para empezar a disfrutarla. Sólo pude jadear. Tus labios se adaptaban a su forma y lo humedecían para no hacerlo daño. No tenías una boca excesivamente grande pero parecía hecha para estas cosas... no tenías mucha práctica y sin embargo te entregabas, y hacías que sólo pudiera jadear. Apoyaba mi mano en tu cabellera rizada tratando de darle acompañamiento a tus movimientos, hasta que me quitaste el coletero para hacerte una coleta y acabar antes. No tenía palabras que decir. Mi boca sólo sabía jadear mientras tus manos trabajaban compenetradas con tu boca. Lo hacías de maravilla... y continuaste hasta que conseguí articular entre jadeos... 'para'. Levantaste la cabeza. Estabas absorta y de despertó la voz. Me miraste sonrojada, pensando que lo estabas haciendo mal. Me mirabas a la cara casi con miedo, y tus labios trataron de vocalizar un 'lo siento'.. pero mi voz te interrumpió antes. Por suerte estos segundos pude retener aire para tener fuerzas de hablar, 'como sigas haciéndolo tan bien... ambos lo vamos a lamentar'. No pudiste evitar la sonrisa que recorrió tu rostro... y tampoco pudiste evitar continuar incluso con más ganas que antes. Tenías el ritmo, el movimiento de cadera y tu boca se adaptaba a ella con la presión justa sin clavar nada. Tuve que pedirte tres veces más que pararas... necesitaba jugar yo, pero no era capaz de tener las fuerzas suficientes como para pronunciar 'para'. Todos los sentidos de mi cuerpo estaban deseando que no parases nunca, menos una pequeña porción que suplicaba mi momento. Y conseguí que esa parte gobernara mis manos para apartarte, hacer que me miraras a los ojos. 'Esto te va a costar caro'. Te planté un beso sin importarme lo que estuvieras haciendo hasta ese momento... necesitaba besarte. 'Me has hecho disfrutar como nunca... y no pienso parar hasta que oigan en tu casa los gemidos'. Me incorporé para cogerte de la cadera, te levanté en peso y te tumbé bocarriba. 'Como trates de pararme, morderé'. No pude vocalizar nada más. Abrí tus piernas, apoyé las rodillas, me recosté y empecé a devorar desde el interior de tu rodilla hasta el pubis. La falda estaba subida por la postura, y tu sexo lo cubría la suave tela negra de la ropa interior. Mientras besaba tus muslos, notaba como llevaba a transparentar levemente, y tenía unos detalles brillantes en un lateral de la tela. Era una delicia observarlos... y mientras mis besos recorrían tus muslos hasta la ingle. 'Déjate de tonterías y cómemelo ya... que ya está demasiado caliente'. Me parecía demasiado oír esa frase salir de ti. 'Si tanto lo quieres... ¿Por qué está todavía tapado? así no puedo hacer nada..'. Mientras yo aferraba mis manos a tus piernas, tu te incoporabas levemente para subir la falda hasta la cintura y apartabas la suave tela para dejarlo al descubierto... dirán lo que quieran, pero en ese momento me supo como el más exquisito entre los manjares. Simplemente me limité a lo que pedías, entregarme. Primero como toma de contacto recorrí todos sus rincones con la punta de la lengua, hasta encontrar la perlita de la felicidad en la parte de arriba. Mis dedos disfrutaban de que estuvieras empapada para empezar a jugar con tus labios y bajar poco a poco. Una de tus manos estaba en tu pecho y la otra apoyada en tu muslo. Los dedos de mi mano derecha se pasaban los labios separándolos con los dedos mientras mi lengua estimulaba, lentamente al principio, tu clítoris y la otra mano disfrutaba de jugar con tu trasero. Jugué con tu sexo... jugué primero con la ayuda de un dedo, pero otro le vino para socorrerle. Cuando dos dedos estaban jugando dentro de ti, y el resto de la mano trataba de acariciar el peritoneo... oí como suplicabas 'te quiero dentro. Nada de dedos. Quiero toda la polla que antes he conseguido contener en mi boca... me la merezco dentro de mí'. No eras tú la que hablaba. No podías ser tú. Pero a alguien así... es imposible decirle que no. Simplemente busqué el paquete de preservativos, me puse uno y... no tuve problemas para entrar. Te embestí.. primero luchamos yo sobre ti, cambiamos a que me cabalgaras tú y jugamos a que fueras mi gatita. Te levanté en peso, luchamos en la pared; te tumbé contra la mesa... luchamos durante horas. Primero mi soldado cayó una vez... lo volviste a revivir con un beso. Cogí otro preservativo y agradecí haber traído 3 cajas.. Seguimos luchando. Tenía fuerzas de sobra. Teníamos ganas de sobra. Algunas veces terminaba dentro de ti en el preservativo, y otras salía y te pringaba sin querer. El baño no se libró de ser utilizado, apoyada en el lavabo, con un pie sobre la taza del váter... de nuevo contra la pared. Notabas como la presión en tu espalda aumentaba a cada sacudida.. pero te encantaba. Cualquier cosa te encantaba. Había momentos en los que para recuperarme necesitaba descansar y me arrodillaba para continuar con la lengua. Nos pasamos horas, hasta que nuestros cuerpos sudaban ácidos y nuestros músculos susurraban que parásemos. Entonces seguimos, en la cama, moviéndonos como animales, hasta que caímos rendidos sin poder continuar. Nos dormimos. Desnudos. Con mi mano sobre tu cuerpo tratando de protegerte. Nos dormimos hasta que me desperté bien entrada la mañana. Tenía los tímpanos doloridos de tus gemidos, el cuerpo destrozado del ejercicio y la piel en carne viva de tus arañazos y mordiscos.

Me desperté, y lo primero que pude hacer es despertarte entre besos y caricias. Bebí agua, recuperé líquidos y repetimos la noche por la mañana. El cuerpo se podría curar del dolor, pero estas ganas eran imposibles de saciar. Nada importaba más que tú y yo... enganchados.

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