6.7.12

Colmándome de ti (I)


Llevabas jugando conmigo varios días. Por desgracia no llegamos a coincidir en un par de días y tú jugabas con ello. Ya que no nos podíamos ver, tú te pasabas los días haciendo que deseara verte más que cualquier otra cosa en el mundo y... me encanta jugar, lo sabes, así que yo te seguía el juego aunque luego me llegase a arrepentir cuando me tenía que quedar solo. Los dos jugábamos, también hay que decirlo, y por fin podíamos vernos aunque fuera un ratito. Esta mañana habías despertado en casa de tus abuelos y habíamos optado por vernos dando una vuelta esa mañana y que luego te acompañara a tu pueblo para conocerlo. Había ido antes pero me hacía ilusión que me contaras como en una visita guiada tu entorno como si fuera un museo. Que me contaras cómo te habías criado para poder conocerte más y mejor. Porque nunca me cansaré de conocerte más y mejor.

Tuve que despertarme por la mañana temprano para poder ponerme guapo, ya que te tenía que encantar. No teníamos ninguno de los dos claro que llegase a pasar algo más de lo que normalmente puede pasar entre amigos pero... no lo descartábamos. Aunque realmente las probabilidades no eran pocas. Así que cuidé estar guapo y oler francamente bien, dejando caer suavemente unas gotitas de aroma sobre mis codos, cuello y el vientre bajo la goma de la ropa interior. Decidí ponerme los vaqueros que me realzaban el trasero y una camiseta ligeramente ceñida, pero sin parecer estrecha. Que simplemente marcara poco los grupos musculares. Bajé para verte en el centro, irte a recoger a la casa de tus abuelos, y así de paso íbamos a comprar lo que necesitabas. Fui con brío pero sin prisa, no quería llegar sudado para verte pero prefería esperarte yo a ti. Y eso es lo que sucedió, aunque por suerte sólo tuve que esperarte escasos cinco minutos en los que traté de imaginar situaciones donde poder colar alguna frase ingeniosa... pero, como siempre, desistí y me conformé con dejarme llevar por lo que tu cuerpo me inspire. Y bajaste. Viniste disculpándote porque no tenías ropa suficiente en la casa de tus abuelos y decías que no te pudiste poner guapa pero... en fin, por suerte no se te sube a la cabeza. A mí me parecías que ibas deslumbrante. La camiseta clara que llevabas marcaba el ligero moreno que tenías, mientras los vaqueros te estilizaban la pierna y el trasero de una forma increíble. Esta vez no tenías nada de tacón bajo los pies por lo que estabas a la altura perfecta, como me encantas. El pelo estaba ligeramente húmedo de la ducha y sonreías con esos brillantes labios. Dejaste caer levemente las gafas cuando te paraste a escasos metros de mí, 'anda que dices algo. Yo disculpándome por no poder conseguir más y tú sin decirme que no me preocupara o.. algo'. 'A mí me educaron que... a palabras necias, oídos sordos. Cuesta dejarme sin palabras y, si no pude decir nada, será por algo'. Te devolví la sonrisa y para evitar el momento de tener que darnos dos besos me golpeaste ligeramente el hombro. 'Como se nota cuando pasas un par de días sin verme, te da por decir una de gilipolleces... putas drogas, cómo estropean a la gente'. Reíste suavemente y te diste la vuelta para que empezáramos a caminar. Me puse a tu altura de dos zancadas, 'cierto, tengo que desengancharme, pero no creo que quieras. Ahora mismo eres mi única droga'. Esta vez el golpecito fue en la tripa, y con una sonrisa terminamos el saludo.


Era divertido pasear contigo dándome cuenta que de vez en cuando los chicos llegaban a girarse. Reíamos y bromeábamos a más no poder, e incluso tuvimos un par de minutos donde todavía no se te había pasado el chip de los últimos días; cuando tratabas de jugar conmigo. Me abrazabas, me acariciabas y en algunos momentos bromeabas con situaciones... que me superaban. Yo tenía que disimular con una sonrisa cuando, con un abrazo, me susurrabas al oído 'en ese banco fue donde me imaginaste una vez, ¿no?', y terminabas con un chasquido con la lengua para que rozara mi oreja. El día pintaba divertido, de eso no cabía la menor duda, pero lo que tenía miedo es que la diversión sólo la disfrutases tú. Tras comprar lo que tenías encargado de comprar, fuimos en un paseo hacia la parada de tu bus más cercana mientras me contabas qué tal la última noche. Sabía que lo hacías por el juego, pero me hacía gracia ver como tratabas de menospreciar al resto de chicos que conociste por la noche al compararlos conmigo. Uno trataba de hacerse el gracioso pero sólo parecía un patán a mi lado; el otro se creía guapo e iba de mayor pero con ese bigotillo de adolescente sólo te hacía reír; el de la gorrita que trataba de hacerse el listo sólo metía la pata una y otra vez... sabía que eran sólo bromas, pero me llegaba a halagar sentirme con un poco de estima. Necesitaba el ego subido para poder jugar también; lo sabías, y eso hacías. Yo trataba de demostrarte que no eran nada que merecieran la pena mis cualidades y tú te reías... 'depende de cómo lo mires. Si hacerme reír durante horas y horas todos los días no es nada... entonces sí estoy equivocada. Si que siempre trates de encontrar la solución a cualquier cosa que me suponga un problema no vale nada.. entonces estoy equivocada'. Te acercaste más a mi, me miraste a los ojos y cada mano tuya se apoyo en cada uno de mis hombros, bajando poco a poco haciendo una ligera presión en el músculo del brazo. 'Si cada día conseguir que me vuelva loca deseando ese cuerpo como nunca antes había creído posible... es que de verdad estoy equivocada', fue lo que me susurraste mientras tus manos hacían más presión sobre el bíceps y le clavaban ligeramente las uñas. Tras el susurro en mi cuello me besaste con ternura la mejilla por la zona de la mandíbula y te alejaste unos centímetros para mantener una mirada tierna en mis ojos. 'Son estos los momentos en los que algo me pide de mi cuerpo suplica disfrutar del sabor de esos labios...' dijo mi boca aunque no recordaba ni siquiera dar la orden de decir esa frase. 'Entonces no tendremos que dejar con ganas a esa parte de tu cuerpo... ¿no?'. Y tus labios cayeron sobre los míos. Y nada más importó... por lo menos durante esos veinte segundos, ni tampoco en los siguientes treinta mientras que me recuperaba. Tu sonrisa traviesa no se había borrado de tus labios, que al estar ligeramente humedecidos por el beso parecían incluso más irresistibles. Apoyaste tu mano sobre mi vientre; 'Yo me estoy portando bien con tu cuerpo... espero que él también se llegue a portar bien, que el día va a ser muy largo...'. Sí, este día va a ser francamente divertido... no me cabía duda.

Volvió a ser un viaje de sólo risas y anécdotas mientras llegábamos a la parada del bus. La parada estaba bastante cerca, por lo que llegamos demasiado pronto y teníamos que esperar media hora hasta que llegase. Por suerte había un banco al lado y decidimos sentarnos para descansar un poco las piernas. El problema es que, cuando me tienes tan cerca durante un poco de tiempo te es imposible contenerte. Reíamos y te apoyabas sobre mi hombro con la escusa de estar más cómoda. A ratos te acariciaba el hombro mientras hablábamos, a ratos eras tú la que acariciaba mis piernas y de vez en cuando me besabas el pecho o la mejilla. Hablábamos a ratos y otros nos manteníamos en silencio, simplemente limitándonos a disfrutar del momento. 'Si es que parece que te apagas cuando no estoy pichándote', susurraste mientras reías y yo te rodeaba con el brazo. 'Es que necesito un descanso entre vez y vez, ¿no crees', te respondí pellizcándote suavemente el hombro. Te alzaste y me miraste fijamente. 'No mientas. Lo más divertido de ti es que no necesitas descansos... siempre puedes estar al cien por cien, ¡así que nada de descansos!'. Te deshiciste de mi brazo rodeándote y de un movimiento ágil te pusiste sobre mí sentada, teniendo tu boca demasiado cerca de la mía. Notaste como, de nuevo, el descanso de mi cuerpo estaba despertándose. 'Cómo te encanta jugar conmigo, pequeña...', te dije mientras mis manos rodeaban tu espalda para acercarte poco a poco a mí con la esperanza que tus labios acabasen cayendo sobre los míos. 'Si fuera de verdad pequeña, no jugaría a estos juegos', contestaste mientras tus manos caían sobre mi pecho acariciándolo poco a poco y tu cadera se balanceaba suavemente despertando mi cuerpo que dejaba de estar dormido y comenzaba a desesperezarse poco a poco. 'Créeme que cuando empecemos a jugar, se notará la diferencia', te susurré mientras te agarraba del omóplato para acercarte más aún a mí, y terminé con 'esto más que juego es... el adelanto, el peloteo de antes'. Volví a disfrutar de tu risa como otras muchas veces. Cuando siento que soy yo el que provoca algo tan increíble... simplemente soy capaz de sentirme lleno. Me acerqué a besarte y sin borrar la sonrisa me besaste tú; apoyando tus manos sobre mis mejillas. Cuando te separaste en un sussurro dijiste, 'espérate que tal vez durante hoy descubras que no eres el único jugador con ases en la manga'. Simplemente me callé. No podía decir nada, nada que mereciera la pena ser dicho después de eso. Me mantuve callado y admirándote... hasta que a los pocos segundos te levantaste rápidamente para ir al bus, que estaba llegando. Nos montamos, me impediste invitarte y como yo te decía que no a cualquier asiento que nos encontráramos porque 'ninguno llega a merecernos', acabamos por ponernos al final del bus. Me obligaste a cederte la ventanilla mientras que a cambio me ofreciste... nada. Fuiste tan cruel que me la robaste sin ofrecer nada a cambio. Pero no saldrás impune de afrenta. Mientras se acercaba a tu pueblo tú me ibas haciendo ver el paisaje espantoso que se podía ver tratando de hacerlo más atractivo. Yo me reía hasta que te diste cuenta que había utopías más posibles que ver atractivo el paisaje hasta tu casa y, tras unos segundos callada mirando al asiento de delante confesaste: 'esto es algo que nunca me atreví a confesar pero... pensé en ti el otro día mientras lo recordaba'. '¿A qué te refieres?', tenía miedo a lo que decías porque tenías un tono de voz demasiado serio para que fuera parte del juego, por lo que apoyé mi mano sobre tu muslo y al mirarme volvió a poderse ver la sonrisa de diversión. 'Siempre soñé con que pasase algo con alguien en el fondo de este bus... que tenía que coger cada día'. Fue una confesión... impactante. Fue impactante porque en ese momento estábamos tú y yo en ese mismo bus. Fue impactante porque en ese momento mi mano involutariamente subía por tu muslo hacia la ingle. Fue impactante porque al terminar la frase fue tu boca la que se acercó a la mía sin dudarlo un segundo... y tu mano imitó a la mía pero sin miedo de apoyarte varios centímetros más arriba. Fue impactante porque no tardamos ni 10 segundos en empezar a cumplir ese sueño tuyo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario