22.7.12

Viajando sobre tus raíles (III)


Ese beso fue tan intenso como largo. De hecho soy incapaz de recordar otros besos más largos durante mi vida, aunque sí me acuerdo perfectamente de la sensación de querer más cuando nos separamos. Comenzamos con un tímido pase de tus labios sobre los míos, sintiendo como tu lengua salía al encuentro tímida y hambrienta, lo cuál tuve que responder simplemente dejándome llevar. Mantuvimos el baile de lenguas hasta que nuestras bocas se acomodaron perfectamente la una a la otra, siendo incapaz de distinguir cuándo terminaba mi saliva y comenzaba la tuya. Pero tampoco nos importaba.

Cuando por fin nos separamos fue por un escaso instante, ya que yo apoyé mi rodilla sobre tu asiento contiguo para poder volcarme sobre ti buscando más y más besos, teniendo así libertad con mis brazos que ya no tenían que ofrecerme un punto de apoyo. Mi mano derecha fue directa a tu melena ya que ansiaba poder entrelazar tu pelo con sus dedos, así como jugar con tu oreja con la escusa de recogerte el flequillo. Lo recuerdo realmente suave, aunque mi tacto se encontraba colapsado con mis labios tratando de memorizar el relieve de los tuyos y mi otra mano escalando por tu suave pierna.

Y tú no te quedabas parada, obviamente. Habías decidido apoyar tu mano izquierda sobre mi nuca para acompasar nuestros movimientos y así no perder el tempo, mientras la otra se apoyó sobre mi espalda y rápidamente bajó tratando de encontrar mi culo. Recuerdo como pausé un segundo el beso sin separarme y te dije 'no lo busques, nunca he tenido uno'. 'No me digas eso que tendré que agarrar de otro sitio, entonces'; respondiste burlona mientras continuabas intentando palparlo. Era imposible que me encendieses tanto sin apenas conocerme. Aunque, siendo sinceros, en ese momento sentía que me entendías más que muchas parejas con las que compartí meses.


Ninguno de los dos teníamos pensado nada ni sabíamos dónde podía terminar eso, pero tampoco éramos capaces de ponerle límites. Simplemente continuamos hasta que me di cuenta que era tus pechos lo que palpaba sobre la ropa, y tú comenzabas los jadeos al sentir mi rodilla ligeramente apoyada sobre tu entrepierna. Entonces simplemente decidimos continuar y me sorprendí apartando tu sujetador con los dedos y sintiendo tu pezón deseoso de atención, mientras tus dedos palpaban obscenamente mi entrepierna buscando recorrerla para poder hacerte una imagen mental. Ni siquiera pusimos freno cuando se te escaparon los primeros gemidos al sentir mi dedo alcanzando tu clítoris bajo esas suaves braguitas y tú me masturbabas tras haberla liberado de mis pantalones. Ni siquiera nos preocupó comprobar si en el resto del vagón había alguien aunque, al no escuchar a nadie escandalizándose, intuimos que no habría.

Cuando sentiste que se acercaba tu éxtasis con el masaje de mis dedos me pediste que parase y los apartaste. 'Déjame alargarlo un poquito más', me ronroneaste haciendo que me sentara a un lado y deslizándote como una felina hasta que tus labios encontraran mi glande. 'No te preocupes', te contesté, 'que hagas que me corra no significa que vaya a terminar'. Coqueta y con una sonrisa te agachaste para jugar conmigo. Sin prisa optaste por realizar todos los sacramentos: primero la recorriste con la lengua para lubricarla, danzaste en círculos sobre la cabeza, besaste la base mientras dejabas que la mano jugase, mordías el tronco y te metiste el glande para continuar masturbándome mientras succionabas. Cuando sentiste que la placentera tortura había durado lo suficiente, me clavaste la mirada y guiñando un ojo me pediste disculpas por haberlo alargado demasiado. Yo me mordí el labio sentenciando el pistoletazo de salida.

Me regalaste una de esas mamadas calmadas y concienzudas en las que, sin tratar de que terminase pronto, me ibas haciendo disfrutar con movimientos y detalles para mantenerme en el cielo. Yo me pasé la mayor parte del rato observándote disfrutar, aunque he de reconocer que en algunos momentos cerré los ojos y me dejé llevar por las sensaciones. A ratos jugaba con tus pechos tratando de memorizar con los dedos cada una de sus curvas, y en otras ocasiones bajaba a tu vulva a continuar un poco con lo empezado y darme cuenta que todavía seguías más que dispuesta. Yo no era capaz de pedir que parases para pasar al siguiente nivel porque era increíble cómo lo hacías, pero me daba pena sentir que tú no estuvieras recibiendo nada.

'Cuando quieras, cambiamos los papeles... que te has ganado cualquier cosa que pidas', susurré. 'No te preocupes. Si mi última pareja no me dejaba hacerle esto y lo echaba en falta, es divertido ver cómo reaccionas'; me contestaste separándote un instante mientras continuabas masajeando con la mano. Yo sonreí. Sabía perfectamente que se trataba de una excusa, pues ese tipo de respuestas yo también las solía dar cuando deseaba dedicarle esto a alguien que no se sentía cómoda pensando que estuviese tanto rato, por lo que valoré tu respuesta y me acerqué para besarte como agradecimiento. 'Pero yo también tengo hambre de ti', te susurré todavía pegado a tus labios. Tú te mordiste el labio. 'Uff... pero no puedo aguantar más juegos, por favor. Hazme ya tuya. ¿Tienes...?', preguntaste dándole más ritmo a tu muñeca. Yo me revolví buscando en al mochila un preservativo y sentí como volvías a inclinarte para continuar devorándome. Joder, ahora sí le estabas dando vida e ibas a conseguir que me corriese... por suerte lo encontré pronto y lo tiré el asiento de al lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario