8.7.12

Colmándome de ti (II)


 No pudimos jugar con demasiada libertad porque, a pesar de estar en el fondo del bus, estábamos a pleno día y al estar en la ventanilla te encontrabas francamente a la vista pero... parecía que nada de eso te importaba realmente. Sin ningún tipo de pudor apoyaste tu mano directamente sobre el paquete que se había comenzado a despertar tras el comentario, aunque sentiste como seguía creciendo entre tus dedos mientras lo agarrabas. Tu lengua no podía dejar de luchar contra la mía mientras poco a poco tu mano apretaba mi entrepierna sin llegar a hacerle daño y la movía suavemente. Mi mano ya dejó de lado a tu muslo para tratar de hacerse sentir a pesar de estar sobre unos vaqueros. Hacía presión para que pudieses sentir mi presión sobre la perla que corona tu sexo, mientras trataba de moverlo suavemente en círculos. Te separaste de mis labios para morderme la mejilla y el cuello mientras jadeabas suavemente a cada círculo que trazaba con mis dedos. Mientras tu mano ya disfrutaba de mi paquete en todo su esplendor recorriéndolo sobre la ropa de arriba a abajo. 'Quiero más. Quiero vivir mis sueños... quiero más, ahora...', me susurrabas entre mordisco y beso. Yo no podía evitar respirar entre jadeos... 'yo aquí no puedo darte más... falta de espacio...', me costó reconocer casi faltándome el habla. 'No te preocupes', me dijiste mientras me mirabas a los ojos. Tu mirada era puro fuego, pura pasión... era la mirada más seductora que recuerdo haber visto nunca. 'No te preocupes', repetiste, 'entonces sólo daré más yo... esto también me encanta'. No podía creer lo que vivía. Mientras tu boca devoraba la mía tu mano siguió jugando un poco sobre mi vaquero; con tu otra mano apartaste la mía de tu pierna y me pusiste mirando al frente, te separaste de mis labios y con la mano que no estaba sobre mi polla te dehiciste del botón. 'Cuida que nadie se de cuenta' susurraste en mi oído mientras tú sólo te centrabas en mí. El botón desapareció rápidamente y yo no podía evitar mirar de reojo poco a poco si llamábamos la atención del resto del bus, mientras tú sólo eras capaz de bajarme la cremallera y jugar sobre la suave tela de los calzoncillos. Con la camiseta, dejándola caer por encima, trataste de tapar el espectáculo; mientras tu boca cayó sobre mi cuello y comenzó con una sesión de besos y mordiscos. Te susurraba 'nos van a ver... cuidado', mientras tú sacaste de la ropa interior el que no pretendías dejar de entretenerte.
 Le pusiste ritmo y una ligera presión, pudiéndose ver claramente cómo palpitaba mi camiseta con el baile. 'No te preocupes, si no van a saber que aquí hay nadie... no me verán la cabeza', me dijiste con un tono desafiante. Sonreí sin entender a qué te referías hasta que me clavaste la mirada y con una sonrisa expresabas pura lujuria. Tras ese cruce de pupilas en el que nos desafiábamos a ver quién sería capaz de establecer el límite, te agachaste poco a poco triunfante para colarte bajo mi camiseta... es algo francamente placentero observar como el resto del mundo sigue igual mientras una boca cubre del frío tu polla, ¿sabes?. Mientras con una mano la complacías con bastante ritmo, tu boca se limitaba a bajar y subir rozando el límite del glande provocando esa sensación indescriptible. La lengua jugaba con la punta superior de la cabeza y con la boca te movías con cuidado, precavida de que llegaran a oírlo. Tu mano no tenía ese miedo y era casi una masturbación con la cabeza cubierta del frío... así es como imagino el paraíso, si es que existe tal lugar. Yo trataba de mantener la compostura para no llamar la atención si alguien me mirase el rostro; mientras no pude evitar con mi mano apoyarla sobre tu espalda y subirla lentamente hacia tu cuello. Hacía una ligera presión, lo justo para que sintieras esa súplica de que no pararas y porque tenía que desahogar de alguna forma ese calor que me hervía y siempre me encantó jugar con tu pelo. Apoyé mi mano en tu cogote y con presión marcaba tus movimientos, haciéndote intuir el ritmo de los labios y porque no podía controlar mi mano. Cuando no pude más, mi mano se deslizó por tu costado para poder castigar tu pezón como venganza, sintiendo como su suave piel se amoldaba en mi mano. Parecía que no te importaba. Simplemente estabas concentrada en hacerme disfrutar de cada uno de tus movimientos... y lo estabas consiguiendo. Ya que no te importaba, colé mi mano en tu escote para poder coger el pecho de verdad bajo el sujetador. Sentía el pezón duro y lo rodeadaba entre los dedos, haciéndolo endurecer más aún y logrando que se oyera un suave suspiro de tus labios. Entonces fue cuando el autobús pasó un ligero bache y te separaste unos centímetros de la parte de mi cuerpo que más te necesitaba. Me miraste a los ojos con deseo, aunque tu mano no llegó a pararse en ningún momento. 'Ya estamos llegando... y esto sólo era el calentamiento, ¿no?', me susurraste, besaste mi mejilla y soltaste tu mano de mi miembro. Volviste a taparlo y abrochar el pantalón mientras yo no pude evitar apoyar mis manos en tu cara y besarte. Besarte deseándote más que nunca, y lo sentiste porque no pudiste separarte de mí. Cuando terminaste de vestirme, rodeaste mi espalda y continuaste besándome. Sí... iba a ser un día francamente largo.




No dejamos de tener presente en todo momento lo que había sucedido desde que bajamos, y me costaba jugar a que fuéramos sólo amigos que hablan y ríen. Incluso continuaba sintiendo ligeramente húmeda la zona donde habías estado jugando. Trataba de mantener el control sobre mí mismo, mientras tú disfrutabas a interpretar que nada había pasado, y me distraías explicándome todos los rincones de tu pueblo. En esa esquina te habías besado con un chico, ahí fue donde fuiste al colegio, ahí soñaste con el hombre de tu vida... era divertido conocer tu vida y así conocerte a ti. Lo poco que recordaba era cómo ir hacia tu casa y, aunque fuera con un rodeo, me dí cuenta que nos dirigíamos hacia allí. Paramos en un parque para matar el tiempo y así desesperarme completamente mientras me comentabas experiencias tuyas en este parque que estaba bastante cerca de tu casa. Me contabas fragmentos de tu vida que no recordabas haberme contado y yo trataba de bromear para no dejar de arrancarte sonrisas. Yo también disfruto interpretando que no estoy perdidamente loco por ti, y que en ese mismo momento podría hacer cualquier cosa por ti. Entendía que estuviéramos cerca de tu casa y... 'en serio, tienes suerte de que estamos en tu territorio y ninguno de los dos queremos suscitar preguntas y malos rollos con tus padres. ¡Imagínate que nos encontramos con tus padres!', reíste y me miraste, pero no era broma lo que se veía en tus ojos. 'Cierto... ninguno queremos que los vecinos comenten. Así que vente a acompañarme a casa por lo menos, ¿no?'. Accedí entre bromas, por lo que sólo tuviste que pagar un dulce y rápido beso. Tratando de no parecer nada más, nos acercamos poco a poco a tu calle mientras me susurrabas comentarios sobre varios de los vecinos. Entonces llegamos a la puerta y buscaste las llaves entre risas en tu bolso; tanteaste la puerta, abriste y, tras dedicarme una sonrisa me invitaste a entrar en tu casa. Con mi mano agarré tu muñeca, '¿de verdad no vas tan siquiera ni a despedirte?', te pregunté preocupado. '¿Por qué me iba a despedir?', sonreíste, 'no querías que nos vieran los vecinos y por eso mejor estar en casa, que para algo está sola'. De repente todos los momentos divertidos del día pasaron por mis ojos. Tú sonreías, mientras yo recordaba cada uno de los detalles, cada uno de los sueños, cada una de nuestras confesiones hasta acabar pensando en la última vez que cogimos el bus... no pude quitármelo de la cabeza, y supe que la cara que ponías se debía a que estabas pensando exactamente en lo mismo. Callado dejé que tu muñeca tirara de mi mano, te dejé terminar de abrir la puerta y, al cerrar la puerta tras nosotros, dejé fuera cualquier cosa que supusiera contenerme o controlarme. Simplemente con una mano te rodeé la cintura y con la otra te levanté por las piernas. En brazos te sentía más cerca.

 '¿Tenemos tiempo?', dije mientras en brazos te llevaba a tu cama. El juego había durado demasiado, por lo menos el peloteo. Era el momento de establecer las normas de la partida y jugar... jugar hasta que nos lo permitieran. 'Por eso no te preocupes', respondiste entre gritos agarrándote a mí para no caerte. 'En teoría creen que sigo en tu pueblo, y cuando vuelvan de comprar y la cena, me avisarán para pasar a recogerme. Y suéltame, así no me gusta'. La última frase la dijiste con un tono más serio, y con un ligero golpe en el hombro. A regañadientes te dejé en el suelo, cerca de la puerta de tu habitación. 'Así es mucho mejor', dijiste tras recolocarte la camiseta, mirarme fijamente y saltar sobre mí, rodeándome con tus piernas. Tuve que agarrarte rápidamente para que no te cayeses, disfrutando de tener que hacerlo desde tu trasero. 'Pero esto es mucho más divertido si no tuvieras los pantalones', respondí mientras me mordías en el cuello. 'Sin que ninguno tenga pantalones te refieres, ¿no?', fue lo último que oí antes de lanzarte a tu enorme cama, yendo yo inmediatamente después. Comencé besándote el cuello y el escote mientras tú jadeabas, te reías y me incitabas a que dejara de jugar. '¿No te has cansado ya del calentamiento? Déjate de tonterías. Me tienes debajo tuya', decías mientras me arañabas la espalda y paraste para morderme el hombro, 'pórtame como un hombre y empieza devolviéndome el favor'. Me alejé unos centímetros para poder ver mejor tu cara y memorizarla el resto de los días de mi vida... me deseabas, se te leía en los ojos, y estabas disfrutando este momento como nunca. Mientras te miraba te quitaste rápidamente la camiseta y dejaste que disfrutara de tu sujetador. Era divertido pero... lo que escondía me divertía más. Aproveché para seguir devorando tu escote, esta vez mordiendo el sujetador para levantarlo, mientras mis manos las masajeaban con fuerza y rudeza. 'Vale, me dejo de tonterías', dije mientras bajé rápidamente a tu cintura para quitar el botón del pantalón y lo bajé sin ningún tipo de espera. Me gustaba recorrer tu pierna con la mirada mientras iba descubriéndose, aunque al bajar me dí que la tela de la ropa interior era menos de la que me tenías acostumbrado. No era un cullot, sino bastante más escueto y ligeramente bajo. Empezaba realmente abajo, casi al límite del ligero vello púbico. Dejaba ver una ingle demasiado sugerente y me hacía soñar con lo que podría encontrar si te daba la vuelta pero... ya tendría momento para disfrutarlo. Me deshice totalmente de tus pantalones y los dejé caer al suelo. Cuando volví a alzar la cabeza una de tus manos estaba jugando con tu pubis sobre la tela, tus piernas estaban ligeramente abiertas y la otra acariciaba tu vientre bordeando el inicio de la ropa interior. Demasiado para poder contenerme. Te debía una y era incapaz de pensar en otra cosa, así que eso hice. Me acerqué directamente hacia tu pubis mientras mis manos mantenían abierta tus piernas y se deslizaban desde la cara interna de tu muslo para poder sujetarme de tu trasero. Tú, mirándome con casi necesidad, apartaste la ligera ropa interior y me dejaste disfrutar de la dulce vista de... ti. Con dos dedos, apoyándolos ligeramente en el exterior de tus labios mayores, hiciste una suave presión para que se pudiera observar mejor y me dejaron ver que estabas, digamos, dispuesta. Estabas muy dispuesta. Tu clítoris se podía llegar a ver, y se notaba el suave brillo del flujo sobre tu sexo, así que sin poder contenerme me incliné y comencé a saborearlo. Cuando sentiste el contacto de mi lengua sobre tus labios soltaste un leve gemido. Con la mano libre, la que no me ayudaba abriendo ligeramente las paredes, la apoyaste sobre mi nuca para atraerme más a ti y que no llegase ni a plantear separarme. Recorrí los labios y traté de imitar lo que haría mi polla si estuviera en ese lugar, pero con la lengua. La introducía en ti y sentía como me quemaba el calor... y seguía introduciéndola. Entraba y salía ayudándome en el apoyo con mi mano en tu trasero, pudiendo así influirle más ritmo. Entraba, jugaba con ella dentro y volvía a salir poco a poco, dando suaves círculos con la punta de mi lengua. Una de mis manos se había deslizado desde tu trasero hacia tu vagina, haciendo especial presión sobre el peritoneo. Entonces descansé unos segundos de introducir mi lengua en ti y la saqué para volver a recorrer los labios desde abajo hacia arriba; aprovechando para que uno de mis dedos la sustituyese, haciéndote seguir con el suave jadeo. En seguida noté que un dedo no era suficiente y lo siguió otro, mientras mi lengua trataba de excitar tu clítoris. Primero me limitaba a mover el cuerpo de la lengua, y luego haciendo mover con rapidez la punta de la lengua, mientras los dedos entraban con más ritmo y con más fuerza tratando de llegar a más. Aguanté unos momentos entregándome con toda mi pasión hasta que noté como empezaban a temblar tus piernas y los jadeos paraban porque no eras capaz de respirar tan siquiera... entonces continué unos momentos más. Aminoré el ritmo de los dedos y, al rodear con mis labios tu clítoris, lo succioné como si fuera un pezón. Al volverlo más sensible moví suavemente la punta de la lengua sobre él y sentí como se te empezaban a escapar los gemidos, mientras tus piernas no dejaban de temblar. Entonces volví a darle ritmo otro rato hasta que sentía como todo tu cuerpo se estremecía y... continué, continué, continué hasta sentir como llegaba tu éxtasis y todo tu cuerpo me lo agradecía, e incluso entonces continué unos segundos más. Bajé el ritmo progresivamente, mientras poco a poco relajabas todos los músculos que tenías en tensión. Separé mi boca unos centímetros y empecé a subir a besos por el vientre, mientras mi mano salía de dentro de ti para acariciar suavemente con la yema de los dedos tu clítoris ya excitado, con suaves círculos. Mi boca llegó a tu sujetador y me separé para mirarte a los ojos. Me clavabas la mirada sin esquivarla en ningún momento. 'Hazme tuya'. Fue lo único que dijiste. No necesitaba nada más. Yo estaba preparado, tú estabas preparada... y sólo necesitábamos algo más. Lo saqué del bolsillo y...

El resto de palabras que compartimos eran derivadas de una parte de nosotros incapaz de pensar en lo que decía. Tú te quitaste el sujetador mientras yo me ponía el preservativo. Acto seguido, cogiéndote de las piernas por los muslos para atraerte a mí, puse mi polla sobre ti a unos escasos centímetros de tu entrada. Comenzaste a quitarme la camiseta y yo terminé el trabajo, mientras tú cogiendo mi miembro rodeado de plástico lo fuiste metiendo poco a poco en ti. Cogiéndome por la cadera me atrajiste más, hasta que estuvo la mayor parte dentro. Me fui moviendo con cuidado para que se vaya adaptando tu cuerpo a mí. Después de unos suaves movimientos me agarraste del costado, un palmo por debajo de mi axila, y mirándome casi con odio me gritaste, 'te dije que me hicieras tuya, fóllame de verdad'. Palabras mágicas dichas. Adiós dulzura. Adiós romanticismo. Bienvenido seas... fuego. Eso hice. Poco a poco los movimientos ganaron vigor y fuerza. Empecé con embestidas fuertes, a lo que les dí bastante ritmo y terminé con unas embestidas simplemente guiadas por mi testosterona, dignas de un animal. Pero tus gemidos delataban que era lo que buscabas. Me destrozabas la espalda con tus uñas, jugabas con tu pecho y con tus dedos y los labios; mientras yo enganchaba tus piernas para tomarte con más fuerza, cogía tu espalda e incluso me llegué a engancharte de tu pelo para que me sintieras por todos lados. Cuando necesitábamos un cambio optamos por jugar con el espejo, dejando que te observaras como una gatita a cuatro patas mientras yo te hacía gritar desde atrás tuya. Veías como se me marcaba el abdomen en cada embestida y tú sólo podías concentrarte en tus brazos para no caer desplomada. Te llenaba, llegaba a cada rincón de tu cuerpo y usaba tu cintura como asa para moverte a mi voluntad. Cuando disminuía un poco el ritmo podía notar como era tu cadera la que lo contrarrestaba moviéndose como si lo estuvieras necesitando. 'Como me pone verte desde todos los ángulos', te jadeaba mientras usaba tus pechos como asa para dejar descansar tu cintura. Tú te mirabas desde el espejo y disfrutabas de la escena como si al estuvieras viendo en la tele... pero en esta ocasión podías sentir mientras cómo me clavaba en ti. Gemías como una puta... y eso me ponía más. 'Como grites tanto nos vas a oír, tranquilízate', amenacé aminorando el ritmo. Usaste el espejo para mirarme con odio, 'déjate de juego y dame lo que necesito, cabrón. Fóllame y rómpeme, o sino no haber empezado'. A sus órdenes, mylady.

Jugamos en tu cama usando varias posturas más con el espejo, luego disfrutamos apoyándote en el lavamanos del baño. Yo ya sentía como mi cuerpo pedía estallar, y tú ya habías disfrutado de un par de ellos mientras te follaba... por lo que lo entendiste. Estabas apoyada en el borde de la encimera, con las piernas subidas y pudiendo observar como un palo de mí entraba dentro de ti cada vez con más fuerza, me oíste susurrarte 'el primero se va a acabar, pero en un instante de descanso llega el siguiente'. Te mordí la oreja y tú me golpeaste con una palmada la espalda y luego rajaste la carne enrojecida con las uñas. 'No lo quiero dentro...' decías entre jadeos. 'Sácatela ya'. 'Pero...' contesté, y me empujaste para que saliera. No sabía porqué lo decías. Cuando choqué contra la pared del empujón, simplemente te deslizaste y te de dejaste caer de rodillas. Quitaste el preservativo de un movimiento rápido y sin que te lo pensases dos veces la metiste en la boca y seguiste con un buen ritmo. Una mano te ayudaba y la otra jugaba en tu ingle. 'Va a terminar, cuidado...'. Mientras tu mano seguía me mirabas a los ojos. 'Quiero que termines sobre mí... quiero acabar pringada de ti, y terminar en la ducha para que me limpies todas las veces que me has manchado. Espero tener que pasarme horas en la ducha mientras me limpias... porque hoy te voy a dejar seco'. A sus órdenes. Simplemente te incoportaste un poco y, mientras besabas mi ombligo, sentiste como algo caliente rociaba tu pecho. Sentías mi calor y... te volvía loca. Esa noche sentiste mi calor en casi todo tu cuerpo... menos dentro de tu sexo, como me pediste.

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