17.7.12

Festejando la victoria (IV)


Gozamos de menos de un minuto para recomponernos y que volvieses a ser capaz de mantenerte en pie, aunque yo no tenía el más mínimo problema en tener que cargar contigo. Mi mano seguía enganchada a tus entrañas mientras que sobre la otra apoyabas tu cabeza y yo aprovechaba para acariciarte. Cuando terminaste volví a cebarme con tu cuello, pero ahora prefería mantener cierta distancia para poder disfrutar de la postal que me estabas ofreciendo: te encontrabas totalmente despeinada, con la falda descolocada y los pechos totalmente al aire; no eras capaz de abrir los ojos, dabas cabezadas a los lados pareciendo estar dormida. 'Despierta mi nena', te susurré a la oreja, 'que te necesito activa' continué mientras mi lengua recorría desde el lóbulo de tu oreja hasta el piercing de la parte superior. 'Me has dejado muerta...' me contestaste abriendo los ojos y dibujando una sonrisa que me trasmitía un agradecimiento por haberte saciado después de toda una tarde de jugar.

'¿Qué quieres, que te despierte con un beso?' dije mientras humedecía mis labios. Nuestras lenguas se saludaban con cansancio pero parecía que te iba reanimando poco a poco. Tus manos comenzaron a  recorrer mi costado hasta subir a mi cogote y, justo cuando el beso tierno se empezaba a convertir en un nuevo festín de pasión, oímos que el ascensor llegaba a la planta baja. Rápidamente reaccionamos: tú te subiste la camiseta y, a pesar de estar totalmente descolocada, ya ocultaba por lo menos tus pezones; y yo alisé lo justo tu falda como para poder tirar de tu mano y salir del portal. 'Nunca había hecho algo así', me dijiste sin soltar mi mano mientras te peinabas riéndote de la situación, 'pues a mí nunca me había apetecido satisfacer tanto a alguien que se me olvidara saciarme a mi' te contesté colocándome detrás tuya para abrazarte apoyando mi mano en los huesos de tu cadera y así acercarte lo suficiente como para que pudieras sentir mi ya dolorosa erección.


Sentía perfectamente por tu pulso y tu respiración que volvías a encenderte, incluso me sorprendiste palpando con tu mano mi muslo en busca de sentirla entre tus dedos. Estaba claro que se te habían olvidado todas las inhibiciones que te habías impuesto al principio del viaje y lo estaba gozando de una manera bestial el descubrir tu lado más salvaje. 'Quieta, que ya tendrás tiempo para conocerla', te dije en un tono lo suficientemente algo como para que la gente de nuestro alrededor se sorprendiese creyendo haber oído lo que había escuchado. 'Vas a gozarla tanto que serás capaz de reconocerla con los ojos cerrados si te montase un castin' y con estas palabras te cogí de la muñeca para apartarte de mi entrepierna y, tras apretar unos segundos más y sentir como tus nalgas se adaptaban a mi miembro, me separé para volver a cogerte de la mano y darnos más prisa.

'No me dejes con estas ganas', me decías tratando de seguir el ritmo de mis zancadas, 'creo que esta vez te tocará a ti ganártelo', respondía con un guiño buscando el picarte. Volviste a atacar con la palma de tu mano tanteando a ver si la sentías y yo volví a apartar tus manos antes de encontrarla, 'pero si no me dejas, ¿cómo quieres que lo hagas?' me contestabas escandalosamente alto para lo que estábamos hablando. Yo me paré en seco mirando hacia ti, lo que provocó que casi te chocases. 'Con esa boca que antes casi consigue que me corra con un beso. Siento cómo palpita nada más imaginarme lo que podrá lograr ahí abajo... una pena que no tengas tu mano encima para sentir los latidos que da desesperada'. Y volví a la marcha incluso más rápido que antes, provocando que tú te mordieses los labios y los tratases de humedecer inconscientemente por la imagen mental.

Después de unos minutos casi a la carrera desesperada llegamos a una parada de autobús con mucha gente esperando. 'Hemos llegado, queda poco para que venga. Espero que no tarde demasiado', te decía mientras me ponía a la cola y me giraba para poder mirarte a los ojos. Me hacía gracia continuar con la conversación como si no hubiera sucedido nada y simplemente fuéramos una pareja que aprovechaba esa espera para acercarte a mí con mi mano apoyada en tus lumbares y comerte la boca para matar el tiempo. Lo que ellos no sabían es que tu escote seguía descolocado y notaba perfectamente como uno de los pezones erizados rozaba con mi vientre produciendo que todavía quisiera atraerte más, y tú podrías notar como en tu ombligo se apoyaba mi erección sintiéndola en toda su longitud.  Era gracioso ver cómo te olvidabas de la gente y te movías buscando ese roce. Joder cómo me estabas poniendo.

Cuando llegó el autobús vimos como se comenzaba a llenar de una forma exagerada, ya que éramos casi los últimos de la fila. Temiendo ni siquiera caber en él fuimos andando paso a paso hasta que, poco antes de alcanzar la puerta para subir, otro bus con la misma dirección paró detrás. Había veces que partían dos porque lo normal es que se llenase y, la verdad, nos vino de lujo. Corrimos hacia el otro y, al subir, observé como el joven conductor te recorría desde tus pies hasta el escote. No solías habitualmente despertar muchas miradas, pero en este momento transpirabas un aroma de sensualidad al estar desaliñada y con claras marcas en la cara y el cuello. Estaba claro lo que habías estado haciendo y... notaba la envidia en la mirada del conductor. Nos dirigimos al final de los asientos y, tras subir unas pocas personas más, partimos. Yo te miré sonriendo, esperando otro de esos besos.

Cuando arrancó el motor en lugar de tus labios sobre los míos lo que sentí fue tu mano cayendo directamente sobre mi bragueta. Al no esperármelo fui totalmente incapaz de impedírtelo y, cuando intenté acercar mi mano a tu muñeca, 'ni se te ocurra pararme esta vez. Me toca. Y punto'. Fue una sentencia totalmente firme y pudiste sentir perfectamente cómo provocaba que volviese a ponerse dura otra vez. Tus ojos estaban acuosos entre la escasa luz y el deseo, y sentí como desesperada desabrochabas el botón y bajabas la bragueta sin ningún tipo de juegos. Entonces miraste hacia abajo y la viste colocara en esos gayumbos ceñidos granate, y con un dedo recorriste desde su base hasta la punta sintiendo como empezaba a soltar un poco de líquido preseminal mojando tus dedos. Te acercaste a mí oído para devolverme todas las frases que yo te dije en su momento y así provocar que terminase realmente rápido...

'Usaré la boca como me pediste, no te preocupes', y sentía que mordías mi cuello mientras una de las manos se metía en la ropa interior y la iba deslizando poco a poco para liberarla, 'pero no tenemos tanta libertad ahora como para desnudarte también con los dientes. Prometo no hacer más trampas'. Y, de sopetón, sin más juegos, hiciste que se liberase como un resorte y te inclinaste para besar su cabeza.

Es cierto que ya llevábamos demasiados juegos, y agradecí que fueses tan directa porque lo necesitaba. Era una sensación increíble el sentir como tu nariz daba golpecitos contra mi glande cada vez que te movías para dar otro lametón más, ya que intentabas no ayudarte lo más mínimo de las manos y los botecitos creaban una sensación brutal. Cuando ya te habías acostumbrado a mi sabor abriste lo suficiente la boca para poder introducir la cabeza lo justo para dejarla apretada y así arrastrar el prepucio, haciéndome sentir casi como si me estuvieras masturbando con los labios. Habías escondido la lengua dentro de la boca y simplemente bajabas haciendo presión como si fuera una mano, hasta que llegaste a media altura y te giraste para clavarme la mirada.

Entonces sentí cómo tu lengua empezaba a danzar sobre la cabeza mientras tú analizabas todos los gestos que yo hacía intentando disimular lo que estabas provocando. Joder sentía perfectamente tu lengua dar golpecitos contra el frenillo para que después, bajando un poquito más, comenzases a chupar mientras recorrías la parte ya húmeda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario