21.7.12

Viajando sobre tus raíles (II)


'Uy, gracias', contesté con una cordial sonrisa mientras, torpemente, recogía las cosas en mi mochila. 'No te he despertado, ¿no?'. No, cariño, pero hubiera pagado todo lo que tengo en la cartera si me hubieras despertado con esa voz. Que baje el libro es buena señal, ¿no? ¿O sólo intenta ser educada?

'No, no, claro que no. Si además, no quería dormir. Me apetecía pensar un poco en este viaje, pero como he madrugado tanto...', por favor, que me calle. Por favor, por favor, por favor... que es uno de esos días que no soy capaz de parar de hablar. 'No te preocupes, no me refiero que no quiera hablar contigo, simplemente que...' Se está riendo. Bueno, así tengo excusa para parar. 'Qué gracioso eres'. Bueno, venga, que puedes dar algo mejor de ti. Respira hondo. Hay gente que se lo merecía menos y le has dado esa parte de ti que es jodidamente genial y divertida. Esta chica, por lo menos, ya te ha arrancado varias sonrisas.

- Oye, no te pases, que todavía soy un pobre hombre en proceso de despertarse -bueno, por fin parece que estoy sereno- aunque parece que tampoco te molestaba que estuviera durmiendo, seguro que te resultaba divertido y por eso te sentaste ahí...

- Qué tonto. La verdad es que en el viaje de ida me puse en este sitio, así que ahora que estoy volviendo vine casi instintivamente sin pensar, ¡y casi me pego un susto al darme cuenta que había un chico ahí dormido! Aunque he de reconocer que sí dabas una imagen bastante graciosa...

- Pues claro, no te preocupes, si para eso estoy, ¡como bufón no hay quién me gane! -siempre me ha encantado la cara que pone la gente cuando no sabe si están bromeando o en serio, espero que entienda mi sonrisa- Pero no te preocupes, yo te entretuve durante un rato y ahora a cambio te toca a ti. ¿Te molesta que me siente más cerca? Bueno... puedes empezar. Tenemos varias horas para que seas tú quién me distraiga contándome los últimos... ¿veinti-cuántos años? - Creo que he escogido bien las palabras, porque está sonriendo y parece realmente sincera.

- Bueno, a ver por dónde empiezo...


Ya ha pasado casi una hora y media y no me canso de escuchar a esta chica. No sé si es sólo esa voz, o que realmente ha tenido una vida interesante, pero ha conseguido que me olvide de porqué escapé de todo. Ella también ha buscado huir de todo esto, me ha contado que ha disfrutado de unos días de descanso pero volvía a plantearse todo ahora que estaba volviendo, volvía a recordar porqué no estaba a gusto. Le debo una sonrisa. Le debo por lo menos este rato de hacerla feliz. No la conozco de nada, pero ella está consiguiendo ayudarme y en cierto modo me siento en deuda con ella. Si es que me muero de ganas por ofrecerle algo a cambio. Además, muchas veces he creído que hemos venido a este mundo para ayudarnos. 

Tal vez otro tipo de logros sean más espectaculares o llamativos, pero yo siempre he sentido cuando ofrezco lo que puedo a alguien la sensación de realmente estar haciendo las cosas bien. Mi única responsabilidad es elegir correctamente a quién dedicar mis fuerzas, quién realmente lo merece y lo necesita y así saber que estoy haciendo lo correcto. Además, con esa sonrisa que tiene es una gozada lograr que se ría, es un placer a la vista. Y no me molesta darme una alegría, que me hacía falta.

- Gracias por todo esto. -parece sorprendida, tendré que cuidar mi tono. Parece que estoy demasiado serio pero... realmente quiero decirle esto.- Gracias porque lo necesitaba. Me encanta hablar contigo porque has logrado que me olvide la razón que me ha traído aquí, y me gustaría agradecértelo porque es increíblemente placentera esta sensación de confianza que me estás produciendo, como si realmente llev-

- Llevásemos toda la vida juntos. -¡Joder! No me esperaba que continuases tú la frase. Venga, reacciona, que pareces un estúpido callado...- Como si hubiéramos compartido años en lugar de minutos. Sí, yo me siento igual. No sé, algo tiene tu voz, algo tiene que me-

- Tranquiliza. Que me calma. Que me atrae. -Esta última palabra la dijimos a la vez. Me miraste con profundidad, pero no hacía falta que te esforzaras porque mi alma decidió desnudarse voluntariamente porque no tenía ningún pudor contigo. Quería sentirte cerca. Necesitaba sentirte cerca. Y cuando me di cuenta lo único que nos separaba era escasos centímetros de nuestros labios, tan pocos que ni siquiera lo podíamos llenar con palabras. Tampoco nos hacían falta, ya hablaban por ellas mis manos sobre tu pierna buscando más el contacto que un punto de apoyo, mientras tus labios respondían exigiendo más contacto incluso.

Os habréis dado cuenta que ha cambiado esto, y es sencillo. Se me hizo imposible narrar en ese momento algo que estaba acaparando todos y cada uno de mis sentidos y recursos; así que he tenido que hacerlo tras la calma y con cierta tranquilidad. Eso y que, además, no te merecías una descripción atropellada e incomprensible producto de sensaciones tan fugaces como intensas, y las cuales soy totalmente incapaz de describir como debería. Tampoco me veo ahora con la capacidad de lograrlo, pero sí con las suficientes ganas de recordarlo como para ponerme a escribirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario