25.11.11

Comprándome a escondidas (I)


Hacía tiempo que no te veía, cierto, y probablemente eso influiría en mis sensaciones pero... estabas literalmente espectacular. Llevabas el pelo en su mayor parte suelto, pero colocado con unas horquillas. Estaba ondulado, suave y brillante, digno de cualquier anuncio. Estabas con unos pantalones cortos vaqueros un poco sueltos, pero que marcaban tus piernas y, sobretodo, tu trasero. También llevabas una camiseta básica clarita con un escote que dejaba soñar pero no ver. Te habías retocado un poco los ojos para que parecieran incluso más inmensos de lo que son. Simplemente se te veía radiante. Y yo, te veía incluso más radiante. El resto del mundo podía esperar a que te mirase y... disfrutase de ti.

Mientras no podía evitar mirarte fijamente, tú tratabas de esquivar la mirada. 'Si es que... nadie es capaz de mirarme como tú, para, que me sonrojas'. Y eso pasaba. Levemente pero los colores empezaban a encenderse. 'Nadie te adorará tanto como yo puedo llegar a hacerlo'. Sonreíste. Era imposible que no lo llegases a hacer. 'Ni me deseará... que tu mirada no me engaña'. Ahora fui yo quien sonreía. Optamos por empezar ya la marcha, que la mañana era corta y teníamos miedo que se nos escapara entre los dedos. Me habías pedido ayuda para comprar un regalo, y yo había aceptado encantado si eso incluía buscar algo de ropa. Si quieres hacer a un hombre feliz... pruébate ropa con él. De camino me comentabas qué tal tus últimos días, mientras yo no podía evitar tratar de hacerte sonrojar una y otra vez. Estabas increíblemente deslumbrante, y no era yo quien dominaba mis labios... ni para hacer comentarios, ni para besarte. Con la mínima escusa mis labios se acababan apoyando suavemente en tu cuello, y tú jugabas a mostrarte invulnerable a mis ataques. Te besaba el cuello, la mejilla y tratabas de apartarme el rostro cuando intentaba besarte los labios. Reías y yo reía... ambos sabíamos que íbamos a acabar besándonos, pero te gustaba la idea de que se hiciera desear. Y por desear me refiero a que llegue a desesperar. Pero jugar es divertido... y el premio está asegurado. 'Cuando las ganas me superen... te vas a arrepentir, pequeña', susurré cuando ladeaste rápidamente tu cuello para que besase la mejilla en vez de los labios. '¿Crees que me arrepentiré? A lo mejor es eso lo que busco... te necesito descontrolado'. Lo ibas a conseguir. Poco a poco lo estabas haciendo, es cierto, y en el mismo momento que te oí mordí ligeramente tu cuello haciendo escapar un suave gemido. 'Me gustas salvaje...' susurrabas mientras continuaba el mordisco y mis manos subían desde tu vientre con fuerza.



En el centro comercial teníamos que contenernos algo más, o esa fue nuestra intención en un principio. Comenzamos yendo rápidamente a que comprases el regalo para tu amiga. Al terminar, y haciéndote de rogar un poco, aceptaste en ir a probarte ropa. Querías buscar una falda corta vaquera y... para mí la idea de poder observarte, sea como fuere, me encantaba. Tardaste en atreverte a coger la primera prenda para ir al probador, pero lo hiciste. Escogimos una faldita bastante corta, y para que no fuera sólo eso cogimos también una camiseta muy fina que caía casi como la seda desde el escote. Para aprovechar, y ya que nos hizo especial gracia, escogimos un vestido de noche con un escote amplio. Sería divertido verte con un vestido de textura de leopardo... incluso a ti te atraía la idea. Justo antes de entrar en el probador, me dirigiste una mirada traviesa que sólo la interrumpiste al cerrar la cortina. 'No tardes', susurré. 'La espera merecerá la pena', se oyó dentro del probador. La espera no fue excesiva hablando objetivamente pero... en el momento en que fui incapaz de contener mi imaginación, se me hizo eterna. Estaba deseando que abrieses la cortina para dejar de soñar con entrar en el probador y hacerte feliz. No pasaría nada si entrase en el sillón con cuidado, mientras te cambias, y antes de que pudieses abrir la boca para gritar darte un beso que te dejase sin aliento. Podría coger tus piernas desnudas mientras te cambiabas y, levantándote en peso, tomarte en ese mismo momento. Podría... pero en ese momento descorriste la cortina y me pillaste con cara sorprendida mirando hacia ti. '¿Tratabas de espiarme?' decías jocosamente mientras dabas una pequeña vuelta para que te pudiese ver mejor. Estabas increíble. La falda era corta pero sólo dejaba soñar, y hacer disfrutar de tus largas piernas. La camiseta tenía unos pequeños tirantes que no llegaban a aguantar nada, puesto que se sujetaba porque estaba bastante ceñida en el pecho y el resto caía sobre tu cuerpo. Cuando te diste la vuelta echaste ligeramente el cuerpo hacia delante para que sobresaliera un poco tu trasero haciéndome incapaz de mirarlo. Tú sonreías mientras me mirabas. '¿Para qué iba a espiarte?', respondí, todavía sin poder quitar los ojos de tu cuerpo. Entré un poco en el  probador para poder observarte mejor, mientras con la palma de la mano apoyada en tu cadera te guiaba para que dieses una vuelta y poder observarlo mejor. '¿Acaso estás diciendo que no estoy atractiva?', miraste tratando de parecer enfadada. La sonrisa te delata. Siempre te delata. 'No, simplemente sería una gilipollez hacer a esondidas lo que voy a hacer ahora mismo'. Con un movimiento de muñeca volví a correr la cortina, te acerqué a mí y quedó tu cuerpo frente al mío a unos escasos diez centímetros. Me mirabas a los ojos y yo, agachando levemente la mirada, podía observar en el espejo el trasero que te hacía esta falda. '¿Y por qué iba a dejar que te quedases aquí dentro?', preguntabas mientras te mordías el labio. 'Porque adoras jugar conmigo, hacerme luchar con mis instintos. Obviamente no vas a dejar pasar la oportunidad de desnudarte poco a poco mientras yo sólo mantener la mirada en tus ojos'. Sonreíste y comenzaste a quitar el botón de la falda.

Me clavabas la mirada sin borrar la sonrisa traviesa. Quitaste rápidamente el botón pero no dejaste caer la falda, simplemente te limitaste a subir la mano arrastrando suavemente la camiseta hacia arriba. Podía ver la escena borrosa mientras mantenía la vista en tus ojos, y eso sólo hacía que me desesperase más aún. Tú lo notabas, estabas demasiado cerca como para no notar cuán desesperado estaba, incluso lo disfrutabas y continuabas por eso seguiste subiendo la camiseta. Tu vientre ya se podía ver y paraste un segundo cuando topó con el pecho y tenías que hacer más fuerza. Entonces cogiste la tela sobre el sujetador y de un rápido tirón te liberaste, volviéndome a mirar tan pronto como pudiste. Sonreías disfrutándolo mientras yo apoyé mis manos en tu cadera desnuda. 'Hablamos de que no podía mirar, pero de leer no comentamos nada...'. Ladeaste la cabeza y asentiste levemente, sin dejar de sonreír. Aceptabas. Mi mano subió por tu cintura disfrutando de cada centímetro de tu piel, abriendo los dedos para hacer que me sintieras más. Hacía presión y te acercaba más a mí. Para bajarte la cremallera de la falda te era imposible no apoyar la mano sobre mi pantalón, sintiendo cuán desesperado estaba. Sonreías y jugabas a parecer que sólo atendías a tu cremallera, pero tus dedos trataban de recorrerme mientras yo te rodeaba la espalda. Cuando bajaste la cremallera, dejaste caer suavemente la falda, hasta que pasó le límite de tu cadera y cayó hasta los tobillos. El sujetador era negro, con el borde de encaje lila. Se ajustaba a tu pecho y lo realzaba ligeramente, haciéndolo más apetecible. Pero no podía competir con ese cullot que dejaba disfrutar de tu trasero como si estuviera hecho para que lo llevases tú... era blanco con la goma azul, y se adaptaba de una manera increíble. Todo eso tuve que tratar de adivinarlo mientras mantenía la mirada fija en tus ojos. Mis manos cayeron sobre tu espalda hasta llegar al comiendo de la ropa interior y, enganchándome con los pulgares dentro de ella, el resto de mis manos siguió cayendo rodeando tu nalga para poder sentirla. '¿Tus dedos te permiten leer lo guapa que voy?', susurraste mientras tu mano subía por las piernas hasta quedar en la entrada de mis vaqueros, tirando hacia ti de ellos para que hicieran un huequecito. 'Siento lo guapa que me pareces... y esto se ha merecido un premio'. Cuando lo comenté, cogiste con una mano mi miembro para cercionarte: sí, me estabas enloqueciendo cada vez un poquito más. Mis manos, con movimientos rápidos, subieron de nuevo a tu cadera y, haciendo presión, te dí media vuelta. Trataste de mantenerme la mirada pero giraste también el cuello y, mientras me apoyaba sobre tu espalda para que cayeses hacia delante, te susurré 'y ahora es cuando voy a cobrarlo'.

No hay comentarios:

Publicar un comentario