14.11.11

Deshielándonos (II)

Entonces seguro que recordaste la llamada que recibiste, fue bastante después de que nos fuéramos y me arrepiento no haber podido escuchar la voz que pusiste cuando te enteraste. Me vuelves loco cuando no eres capaz de controlar la situación, te vuelves tan... impredecible. Es increíble. Tu amiga te pedía si podías venir a traerme al hotel la tarjeta para abrir mi habitación... aunque eso sí lo oí, los gritos que pegaste al escucharlo. Preocupada, ella te hizo un resumen de la situación: yo me encontraba fatal y estaba vomitando, buscando la manera de volver a mi habitación para poder descansar un poco; había periddo mi copia de la tarjeta y en un momento de pánico había recordado que tenías otra en tu bolso, en un principio ibas a dormir conmigo en mi habitación, o por lo menos a quedarte. Debiste de entrar rápido en razón porque colgó rápido y no tardaste mucho en llegar. Intuyo que la recepcionista te comentó que me habian abierto ellos la puerta porque subiste directamente sin llamarnos. Incluso a mí me sorprendió cunado sonaros los breves golpes en la puerta, con la suficiente seguridad como para saber que no querías que jugase a tardar en abrirte. Con la peor de mis caras y sin camiseta te abrí, y mirando al suelo me fui a acostar sobre la cama. Fue todo un poema tu cara. Era pena lo que se dibujaba al verme el rostro, seguido de cierto desconcierto al verme sin camiseta y con los vaqueros desabrochados. Mientras entrabas en la habitación y cerrabas la puerta, descubriste más ropa en el suelo y te fuiste dando cuenta que esa era la camiseta de ella, y aquellos sus pantalones, lo cual fue dibujando ira. Yo miraba ido hacia el gran espejo de la pared tumbado lateralmente en la cama, y cuando empezaste a gritar '¡Qué coño...!' fue cuando te mantuve la mirada y te esbocé la mejor de mis sonrisas. Viste como un sujetador negro volaba desde detrás tuyo hacia la cama y te giraste con la fuerza que te concede siempre el enfado. Entonces la viste. Conocías esa cara, porque la habías imaginado muchas veces. Conocías el brillo del deseo en las pupilas, porque te lo habías visto en el espejo. Con un brazo trataba de tapar sus pezones con el brazo mientras te devoraba con la mirada.



Estabas indignada, la miraste y entonces fue cunado soltó la mano de sus pechos y se abalanzó sobre ti arrollándote hasta que cayeses en la cama. Con sus manos te sostenía por los hombros y te montó provocando un vaivén en sus pechos irresistible. Adoro cómo un pecho relativamente generoso y bien colocado se mueve, realiza una especie de danza natural que me deja embobado... así que como comprenderás, yo no pude quitarles el ojo mientras ella se acercaba a tu oreja dejándote con una expresión de mayor asombro incluso 'Sabes que lo estás deseando tanto como yo', terminando la frase con uno de esos jugosos besos en el cuello que dejan un ligero hilillo de saliva guiando el camino hasta el escote. Se movía por tu clavícula marcando el camino con los dientes, como si migas de pan de un cuento se tratasen. Eras incapaz de moverte y tenías el cuerpo en tensión dificultando su tarea, pero entre el alcohol y la situación poco a poco te ibas soltando y fuiste dejando que empezase a quitarte la camiseta poco a poco. No dejaba de cuidar cada uno de los centimetros que dejaban expuestos la ropa entre caricias, besos y ligeras succiones... la verdad es que con lo delicada que es tu piel para esos menesteres, estaba dejándote un picasso un tanto peculiar. Tardaste en dirigirme la mirada recordando que yo estaba también en la cama casi lo mismo que ella en deshacerte de tus pantalones y la camiseta, me miraste con una cara extrañada sin saber qué es lo que se supone que iba a suceder hasta que yo poco a poco me puse de rodillas tras tu cabeza para masajearte el pelo bajando con los dedos por el cuello en busca de tu escote. 'Es tu noche, ya te prometi que estos días iban a ser simplemente espectaculares... disfruta, peque; aunque ni siquiera hace falta que nos ayudes porque ya lo conseguiremos entre los dos... ¿No es así?', le pregunté mientras ella escalaba por tus piernas aferrándose a sus curvas con caricias y acercándose peligrosamente a... 'Lo he imaginado suficiente como para considerarme experta', respondió. Trataste de decir algo pero te amordacé en ese momento con mi camiseta, 'he dicho que disfrutes, así que sólo se te permitirá entonar gemidos. Hasta entonces...'.

Anudé de una manera rápida la camiseta y te besé la frente mientras mis manos volvían a bajar por tu escote esta vez saboreando con los dedos tu pezón a través del sujetador, aunque no era el único que había empezado a saborear. Sentias como yo atacaba desde lo alto mientras bajo las trincheras ella había llegado casi a la ingle, abriendo tus piernas hasta colocarse entre ellas. Sabías perfectamente a dónde se dirigía pero no podías terminar de digerir la situación y continuabas moviendo la mirada nerviosa entre uno y otro hasta que volví a susurrarte que te relajases mientras devoraba cada vez con más ansias la línea de saliva que dejó entre tu lóbulo y tu clavícula. Ella mientras poco a poco fue bajando tu ropa interior mientras yo apagaba las luces de la habitación para dejar sólo la poca iluminación en las mesillas, justo y necesario para disfrutarte mirando al espejo y ver los ojos en blanco cuando ella mientras descendía con la prenda por tus piernas marcaba el recorrido con la lengua saboreando el gusto de la piel excitada que no sería capaz de describir en palabras, pero comenzaba a perder el control incluso yo. El aroma de la habitación comenzaba a impregnarse de sexo y los movimientos suaves pasaron a pellizcos en tu escote, mordiscos en tu barbilla y continúe bajando con el cuerpo por tu vientre teniendo que incorporarme ligeramente sobre ti para dejar mi cuerpo a la altura de... dejó caer tu cullot y, apoyándo las manos sobre tus muslos abrió tus piernas y comenzó a descender la cabeza hasta que sentiste unos labios apoyarse en tu ingle y te sentimos suspirar bajo el nudo de mi camiseta, parecía que estábamos yendo en la buena dirección aunque nosotros estábamos perdiendo el autocontrol demasiado rápido. Mi boca mordía tu vientre y se enganchaba en su ombligo, la suya se acercaba cada vez más a tu sexo jugando con su lengua para recorrer con ternura tus labios superiores. Bajé hasta la cadera y nos separamos un segundo de tu cuerpo para poder mirarnos a la cara y susurrarnos algo que mi cuerpo no te permitía entender, seguido del sonido de unos labios despegarse de otros... hubo una parte de ti que hervía en ese momento, pero era casi marginal en esa situación donde lo único que deseabas era más atención y sentir de nuevo el placer del deseo, así que cumplimos. Ella volvió a su lugar y yo desde el otro lateral comencé a recorrer tus labios disfrutando de la mezcla de sabores... la verdad es que no era una situación realmente cómoda, pero era lo suficientemente excitante como para que sintieras golpear dolorido a través del vaquero a mi cuerpo por la compresión. Con una de nuestras manos nos aferrábamos a tu trasero para colocarnos menos mientras con la otra jugaba con el pecho de ella colgando apoyado en tus piernas, haciendo dibujitos con sus pezones en tu piel a la vez que ella buscaba el tuyo jugueteando con su uña. Fue entonces cuando empezaste a jadear con cierto ritmo; pero no lo comenzamos a considerar gemidos hasta que su lengua rodeó tu clítoris presionando hasta que llegó la mía y a dúo manteníamos una conversación con tu perlita, mientras nos mirábamos a los ojos y sonreíamos recreándonos cada vez que emitías un sonido. Separé poco a poco mi lengua para susurrarle algo a su oído y comenzar con el verdadero ataque, habíamos superado con éxito la fase de reconocimiento e iba a comenzar el asalto por fin...

El morbo esta vez no recaía en mí, sino era ella la que estaba volviéndote irreconocible en ese momento así que me mantuve haciéndote vibrar en tensión jugando con los ritmos: te daba el descanso suficiente para que te cogiera por sorpresa el siguiente ataque y gimieses como en celo. La verdad es que me sorprendió incluso a mí la soltura que parecía mostrar, pero te domaba en el mejor de los sentidos: se puso detrás de tu cabeza para devorarte los labios mientras con una mano trataba de deshacerse de sus vaqueros. Cuando cayó por fin al suelo, te montó mientras inmovilzaba tus brazos con sus uñas y continuaba devorándote la boca... la verdad es que nunca había visto una manera de besar igual, ni siquiera en las películas porno más depravadas; mordía, lamía, volvía a morder como si llevase años deseando este momento mientras te susurraba cosas bonitas y te gritaba obscenidades a partes iguales. Era increíble lo que soltaba por su boca, aunque más increíble era levantar la vida de tu sabroso postre y observar como su culito botaba sobre ti en su afán por tomarte ahí mismo. Fue cuando empecé a jugar con mis dedos sobre la tela de su cullot cuando se desató por completo atándote las muñecas con su generoso sujetador mientras se movía sobre mi mano, aprovechando que tenías las manos ocupadas para comenzar a saltar entre tus pechos convirtiendo ligeras succiones en mosdiscos... te ibas a acabar aficionando a lo duro después de esto, sin duda alguna. Fueron sus dientes alrededor de tu pezón lo que marcaron el primer de tus orgasmos ya que tus piernas te delataron, y puse mi mejor esfuerzo para mantener tus alaridos el máximo tiempo posible... entonces fuiste tú la de las obscenidades. 'Joder métemela ya cabrón que lo necesito', nunca antes te había oído hablar así pero me mantuve con la lengua entre tus piernas, '¿Qué pasa? ¿De mí ya no quieres nada como no tengo rabo?' te contestó ella quitándose de ti con un salto y buscando mi mochila; aproveché ese momento para levantar la vista y verte por fin la cara: jodido espectáculo. Tu pelo no mantenía ningún parecido con el peinado del que habías presumido al salir de casa, la cara estaba con marcas de dentelladas y tus pechos más jugosos que nunca con un halo de saliva alrededor. Cuando sacó un pequeño vibrador y te lo mostró te echaste a reír. 'Tú ríete si quieres, pero no te libras'; me lo lanzó para y lo usé en vez de mis dedos provocándote de nuevo temblores por la vibración... joder, me estaba volviendo loco hasta a mí sentir mi lengua vibrar en tu clítoris mientras eso dentro de ti estimulaba tu parte rugosa. Ya eras incapaz de articular nada lógico por lo que te limitabas a gemir. Ella vino, se tumbó a mi lado y mordiéndome la oreja me pidió que me cambiase. 'Comparte un poco coño... joder, hago juegos de palabras hasta ahora. Enséñame cómo se hace esto', le sonreír y con su lengua seguía mis movimientos mientras se iban entrelazando hasta que me separé para dejarla sola. 'No te pierdas el espectáculo por Dios', por lo que abriste de nuevo los ojos para verla devorándote con una cara de golfa que no creías haber conocido nunca. Yo mientras metí mi mano bajo sus braguitas para acercarle a ella también al climax... era divertida oírla gemir a duras penas entre tus piernas.

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