24.11.11

Conociéndote de fiesta (II)


Te seguí hasta un cuartito con una cama invidual, una mesa y poco más. Intuí que era el cuarto donde solías dormir. Me miraste por ultima vez y te dejaste caer bocarriba sobre la cama. 'Ya estoy cómoda' susurraste mientras yo te miraba desde la entrada de la habitación. Cogiste la camiseta desde el borde y empezaste a subirla poco a poco hasta la altura de las costillas. Quitaste el botón del pantalón mientras yo me acercaba poco a poco y bajaste la cremallera, dejando ver la tela negra que ocultaba. Me miraste con pasión y al bajar la cremallera paraste y separaste los brazos. Yo caí sobre ti y empecé a besarte 'quiero que seas mi esclava', trataba de decirte con la respiración acelerada. Con la mano terminaba de levantar la camiseta hasta que terminaste por quitártela entera tú. Descubrí que no había colocado tan bien el sujetador y uno de tus pechos estaba fuera. Fue el primero en recibir el beso en el pezón, mientras el otro era apretado suavemente entre mis dedos. Ya no era el único con la respiración acelerada. Logré poco a poco desabrochar el sujetador mientras mis labios seguían tratando de saborear la leche que un día tomarán de ahí, mis manos se deshicieron del sujetador y salté al otro pezón para seguir luchando con él. Mientras los dedos bajaron del pecho hasta la cadera usando el hueso de la cadera para deslizarse bajo el pantalón pero sobre la suave tela interior. Bajé sin pausa alguna hasta sentir el calor que escondía la tela negra, y lo rodeé con mi mano mientras mi boca seguía absorta entre tus pechos. 'Hazme tuya... mi amo'. Paré unos segundos y te miré a los ojos. 'Tienes que desearlo de verdad. Que me empapes los dedos incluso sobre tus bragas. Tienes que ganarte que te posea... esas son mis reglas'. Tenía mi cara a escasos centímetros de tus labios y me empezaste a morder el hueso de la barbilla. 'Ponte bocarriba y deja a tu esclava ganárselo... sé qué es lo que le gusta a mi señor'. Sabes interpretar un papel, de eso estábamos seguros tanto yo como mi miembro que palpitaba sobre tu muslo. Te lo habías merecidio, así que hice presión con el dedo sobre tu ropa interior recorriendo la rajita por dentro hasta masajear el clítoris, haciendo que se te escapara un gemido.



Te planté un beso para cerrar la boca abierta por el gemido y me tumbé a un lado bocarriba. Con agilidad te pusiste sobre mí y empezaste a quitarme la camiseta, por lo que yo te ayudé. Los besos comenzaron en la mandíbula y saltaron directamente al pecho, donde tratabas de besarme y morderme ligeramente el pezón como castigo por haberlo hecho yo antes. Continuaste el camino abajo hasta morder mi ombligo, y deshacerte del botón del pantalón rápidamente. Elevaste la cabeza para mirarme fijamente a los ojos con una sonrisa de oreja a oreja mientras tus manos bajaban poco a poco el pantalón y los gayumbos directamente, 'espero que mi señor lo disfrute, porque pienso entregarme en cuerpo y alma'. Cuando terminaste de hablar habías liberado el mástil y había golpeado contra tu escote. Lo cogiste y casi directamente empezaste a jugar con tu lengua y su cabeza. Simplemente tratabas de hidratarlo mientras con la mano tratabas de hacerlo entrar más en calor. La movías lentamente mientras recorrías cada centímetro con la lengua para que después los movimientos fueran más suaves. Cuando creíste que la espera había sido suficiente, metiste su cabeza en tu boca y empezaste a marcar más el ritmo con la mano. Lo hacías bien, mantenías un ritmo excitante mientras tus labios se adaptaban a la cabeza perfectamente al subir y bajar, y la lengua caía en un suave cosquilleo sobre la parte superior. Parecía que de verdad te estabas entregando a fondo. Con la otra mano, apoyada en la base, la dejaste caer unos centímetros y dejaste que jugara suavemente con el escroto y moviera con cuidado los testículos, notando como palpitaba en tu boca a cada movimiento. Yo me dejé llevar sin posibilidad de frenarte pero sentí como se liberaba de tu cálida boca y volví la cabeza abajo para mirar. Tu mano mantenía un ritmo ligeramente más rápido mientras te habías acercado un poco a mí y me mirabas fijamente. 'No soy una experta... y agradecería que mi señor me marcase el ritmo. Prometo ser dócil y no parar hasta mejorar...'. Creo que era la sonrisa inocente lo que me dejaba absolutamente vulnerable y lo notaste como se endurecía violentamente en tu mano cuando al terminar la frase sonreíste y caíste sobre mi pecho para besar el pezón. Bajaste rápidamente de nuevo a donde más te necesitaba, aunque esta vez apoyé ligeramente la mano sobre tu nuca para marcar el ritmo poco a poco. No ejercía mucha presión pero si la justa como para que me sintieras. No sé quién te dijo que eso puede llegar a enloquecer a un hombre pero... te dijo una verdad como un templo. Tú mantenías obedientemente mi ritmo mientras dedicabas todos tus recursos a hacerme disfrutar de una manera increíble, sin llegar a quejarte ni parecer que algo te pusiese parar. Al notar que si no era yo quien paraba esto iba a acabar rápidamente, cogí ligeramente tu cabello mientras mantenía la mano apoyada en tu nuca y tiré con suavidad hacia arriba para que lo entendieras. Tu mano bajó el ritmo pero no paró, y tu boca estaba mirándome desde atrás de mi miembro mientras con la lengua golpeaba la cabeza suavemente. La mano libre empezó a arañarme el muslo y la ingle. 'Me estás diciendo que si yo no te paro... ¿Vas a continuar así hasta el final?'. Sonreíste con inociencia. 'Ese es el trato, ¿no?'. 'Pero... ¿hasta el final, final?0'. Pregunté. La idea era tentadora pero intuía que realmente no te entusiasmaba lo más mínimo. Eras una actriz perfecta... tu cara no expresó ni miedo, ni asco ni siquiera que fueras a cuestionar mi orden. 'Si es eso lo que desea el señor, continuaré hasta que termine'. Y volviste a agachar la cabeza y empezaste a jugar de nuevo con la boca y mi miembro.  Yo tuve que esperar unos segundos para poder volver a controlar mis palabras. 'No.  Lo que quiero es que te tumbes. Te has merecido un pequeño premio pero no te acostumbres... cada vez seré más exigente'. Volviste a separarte de mí y al ir a tumbarte arañaste los huevos ligeramente. Yo esperé unos segundos a recuperarme mientras te tumbabas a mi lado y me dispuse a compensártelo.

Cuando volviste a estar tumbada recordé que tenías el pecho al aire y traté de que no pasaran frío. Una mano se ocupó de uno mientras mi boca besaba alrededor de la aureola y luego caía un suave beso sobre el pezón. Esta vez no traté de chupar de ellos, ya que tendrían que soportar mucho esta noche. Cuando terminé de hacerlo mismo con el otro, bajé disfrutando de tu tripa hasta llegar a tu cadera y la ropa interior. Mientras mordía poco a poco tu hueso de la cadera, trataba de deslizar el pantalón con la mayor presteza posible; y luego traté de deslizar el cullot oscuro de una forma más lenta. Mientras la tela negra bajaba, mis besos trataban de cubrir la piel que se veía, para que no cogiera frío. Cuando llegué al vello púbico recortado, pegué un ligero mordisco a la carne y se te escapó otro suave gemido. Me deshice de la ropa interior, te coloqué en una posición cómoda, mientras te recorría a besos la ingle encontré una posición cómoda y disfruté de uno de los mayores placeres de esta vida. Empecé apoyándome ligeramente con los dedos para poder tener una visión mejor. Recorrí por ambos lados los labios mayores y recorrí más lentamente los inferiores, haciendo incapié en tener la lengua más dura para que pudieses sentirlo más. Acto seguido empecé a recorrer cada rincón de tu sexo y a introducir mi lengua como si fuese un dedo por la apertura, tratando de moverla en el interior hacia los lados y hacia arriba. Poco a poco fui subiendo hasta llegar a la pequeña perlita que traté de despertar con suaves círculos alrededor, haciendo presión después con la lengua poco a poco. Cuando noté que estabas preparada y tu cuerpo se movía pidiéndome más, rodeé con la boca la perla y traté de succionar levemente, haciéndola más hipersensible y jugando con la lengua; mientras mis dedos probaron a darte un adelanto de lo que te hará en tu interior el rabo que antes despertaste. Estuve un rato disfrutando de ti, sintiendo cómo te temblaban las piernas por momentos y gemías con suavidad. Tratabas de guiarme y alabarme dónde lo hacía bien, y yo trataba de probarlo todo para descubrir qué te gustaba. Cuando sentí que estaba preparada, fui subiendo por tu cuerpo levemetne a besos mientras mis dedos jugaban en tu interior y me paré en tu cuello. 'Ha llegado el momento de recibir tu castigo por esta tarde'; te susurré. 'Esto deseando que llegue el momento... recuerda que he sido jodidamente mala, mi señor'. Me lo tratabas de susurrar entre jadeos al oído, mientras tus manos desgarraban mi espalda para demostrar que sí habías sido mala. Busqué el preservativo mientras tú me mordías y arañabas, hasta que me lo puse y con delicadeza lo apoyé sobre tu entrada. 'Tómame, mi señor. Tómame porque soy toda tuya'. Tus uñas esta vez se clavaron en el límite entre mi trasero y mi espalda, y me atrajeron hacia ti. Eso hice, Te embestí una vez y me mantuve dentro, mientras tú alertabas con un gemido cuando había entrado plena. Poco a poco gané ritmo y fui poseyéndote mientras gritabas cerdadas para que te castigara. El siguiente castigo fue que tú me cabalgaras, y te portaste como una amazona mientras tus pechos botaban y con tus manos tratabas de contenerlo. Volví a poseerte desde encima cogiéndote con fuerza de las piernas mientras tú no te soltabas de mi espalda. Luchamos mientras tú estabas a cuatro patas y yo te cogí de la cadera, mientras yo estaba de pie y tú tumbada y cuando te sentaste sobre mi y botabas fue cuando más gemiste. La noche duró, y dejamos de poder contar con los dedos las veces que me hiciste tomarme un descanso para volver a recuperarme; en el que solía de tratar de mantenerte activa con la lengua. Dejé de tener toda cuenta de las veces en que llegaste al éxtasis... y acabamos rendidos sobre la cama hasta la mañana siguiente.

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