19.11.11

Todas las clases que necesites (II)


Los dos lo estábamos deseando, por lo que no nos vinimos con minutas. Entraste en el baño femenino para tratar de comprobar que no hubiera gente; aunque al final optamos por dejar de lado los miedos y dejarnos llevar. Nos apetecía de una manera bestial, por lo que, tras la comprobación, te acerqué al lababo y apoyando tu cadera en él para que te pudieses levantar unos centímetros mientras te cogía de los muslos. Apoyabas las manos para poder inclinarte hacia detrás, dejándome disfrutar de tu escote ya absolutamente descolocado que permitía ver el sujetador morado tratando de volverme loco. Abrías ligeramente las piernas para demostrarme que eras absolutamente mía... y yo lo disfruté. Ladeaste el cuello para ofrecerme un lateral y lo empecé a morder. Mis manos, dejando el pudor y la contención a un lado, subieron tu camisa hasta dejar ver totalmente el sujetador. Cuando mis manos recorrieron su tela hasta llegar a tu espalda para desabrocharlo, y conseguí liberar el broche me susurraste 'ni se te ocurra, aquí nos puede pillar cualquiera'. No moviste las manos avisando, simplemente me lo susurraste y yo paré. Tenías el sujetador desabrochado, teniéndolo ligeramente por encima de tu pecho y dejando ver algo más de tí. 'Entonces... ¿Qué pretendes que hagamos?'. Apoyé mi mano en tu cintura y empecé a mover la cadena como si no tuviésemos ropa. Los movimientos eran suaves, no más que un ligero vaivén, pero sentías como hacía una ligera presión sobre tu ingle algo duro. Te encantaba.



'Hacemos lo que quieras... pero dentro del baño', susurraste de nuevo mirando fijamente a uno de los baños. '¿Y si a mí me apetece aquí?'. Los golpes de cadera eran más fuerte y el sujetador suelto bailaba sobre tu pecho. Tú te mantenías recostada con la mano. 'Pues te ofrezco cosas que sólo te haré ahí dentro'. Respuesta correcta de nuevo. La siguiente acabarás por llevarte el bote. Apoyando mis manos fuertemente en tus muslos traté de volver a levantarte y lo entendiste, porque te cogiste de mi espalda. Al alzarte y acercarte al baño, abriendo la puerta de una patada, me ibas diciendo todas las cosas que dentro del baño no te importaría hacer. 'Dentro nadie nos va a ver... puedo hacerte realidad todas las fantasías de alguien que haya ido al instituto una vez. Todos deseáis que alguna chica os siente en el baño y...'. Sabías ponerme absolutamente incontrolable y te encantaba sentir que crecía teniéndome tan cerca. Notabas en tu ingle como crecía y se endurecía por tí. Abrí la puerta de un golpe con el pie, entramos y de dejé caer de pie. Empecé a besarte sin decir nada y mis manos terminaron de quitar tu sujetador porque lo necesitaba. Cuando por fin estuvieron libres, te apoyé en una pared y comencé a besarla mientras jadeabas suavemente. Mis manos te recorrían entera. Subían hasta tu hombro, bajaban a la cadera, disfrutaban de tu pecho y pellizcaban suavemente tus pezones. Tú te entregabas a mi sin oponer la mínima resistencia. Te entregabas y emitias suaves sonidos con la boca para no llamar la atención pero... que te negabas a contener. 'Joder cómo sabes tratarme...' decías de vez en cuando entre otras frases similares. Yo era incapaz de saciar las ganas que tenía de tu pecho, pero me obligué a parar y a mirarte. 'Eres odiosa... para un día que debías ponerte falda, te da por ponerte pantalones'. Sonreíste. 'Aquí nadie me ve y... estás en lo cierto, me sobran los pantalones'. Yo no podía dejar de sonreir y recorrerte con la mirada. Me separaste un par de palmos, te diste la vuelta y, abriéndote ligeramente de piernas mientras apoyatas las manos en la pared, casi en posición de cacheo policial, sacaste ligeramente la cadera hacia mí. 'Quítamelo, que me lo merezco'. Estaba un poco detrás tuya y no me podía creer lo que estaba viendo. Tenías la espalda con la camiseta sobre el pecho, marcando la forma de la cintura. Tenías unos pantaloncitos cortos que te hacían un trasero increíble pero, pero sólo era capaz de imaginarme cómo serías sin ello. Y no pude contenerme mucho más. Me acerqué a tí pegando mi cadera con la tuya, sintiendo sobre tu trasero cómo yo estaba adorando la situación. Apoyé mi mano en tu ombligo y, con fuerza, subí una mano hacia tu pecho y jugué con él mientras la otra bajaba hacia tu pubis desabrochando el pantalón. Cuando conseguí deshacerme del botón, bajé ambas manos para que, tirando del costado de los pantalones para que fueran cayendo poco a poco. Comencé a ver la tela morada de la ligera ropa interior y quise ver más. Me alejé un poco para poder observarlo y bajé el pantalón suavemente. Tu, ladeándo la cabeza, me mirabas y disfrutabas de verme deseándote siendo incapaz de contener recorrerte con los ojos. Ya se veía el tanga morado y caía ligerando tus glúteos, que se adaptaban a no estar comprimiddos por la ceñida ropa vaquera. Cuando cayó del todo el pantalón, no podía creer estar mirando esa maravilla. Adorabas esa sensación de sentirte una musa. Y lo estas. Me puse en un lado tuyo para besarte mientras tú mantenías la postura. Mientras te besaba, mi mano te dió un suave azote en la nalga y disfrutaba de que estuviera libre de tela. Era una sensación increíble sentir ese trasero entre mis dedos. '¿No dijiste que si nos metíamos aquí dentro me harías disfrutar como...?', esta vez fui yo el cruel. Te moriste un labio y, cogiéndome del hombro, me empujaste hasta que caí en el váter. 'Como quieras, cabrón. Que no me dejas ni disfrutar de mi rato agradable'. Yo estaba sentado en el suelo y, usando el pantalon como almohada para tus rodillas, te dejaste caer ligeramente lejos de mí para empezar a besarme la tripa. Casi sin ningún tipo de anestesia, me quitaste mi botón y dejaste caer el pantalón, bajando también un poco los gayumbos. Yo lo pedía y, haciendo como si lo hicieras sólo por obligación, jugaste directamente con la parte de mi cuerpo que más te necesitaba. La pusiste a punto con la mano mientras mordías y besabas mi cintura y mi cadera. Y luego empezaste a hacerme temblar en las piernas. Ya me conoces y sabes como adoro las cosas... estabas en una posición que se te podía ver el trasero, podía jugar con tu pecho y lo hacías con un ritmo que me encanta. Me conoces demasiado. Es imposible resistirse.

Aguantaste un rato haciendo que las piernas me temblaran y que fuera incapaz de contener los jadeos. Te encanta sentir cómo me conocías más de lo que a mí me gustaría, aunque en momentos como este yo disfrutaba que me conocieras tanto. Cuando creís que era el momento de cambiar de juego paraste, me miraste a los ojos y me preguntaste por el preservativo. En un lugar como éste no te podía devolver el favor pero no te molestaba, sabías que lo compensaría cuando pudiese. Cuando traté de levantarme para coger el preservativo de mi pantalón, hiciste presión para que volviera a caer. 'Tú, quieto', fue lo único que dijiste mientras buscabas en los bolsillos de mi pantalón. Ya me habías acostumbrado a que si salía contigo, debía llevar en el bolsillo un preservativo. O varios. Cuando lo encontraste, me lo pusiste con cuidado mientras con la borda mordisqueabas la ingle para manternerlo perfectamente erecto mientras ponías el preservativo. Cuando terminaste de colocarlo, te deshiciste del todo de tus pantalones y, poniendo una pierna a cada lado de mí, te sentaste sobre mi regazo. Tenías la tela tapándote pero mi polla estaba absolutamente dura rozando por delante de tu suave tela, y te gustaba moverte suavemente para sentirla. Con mis manos en tu trasero yo te ayudaba en esos momentos. 'Lo estás deseando, empieza ya', susurré. Con una sonrisa traviesa aceptaste. Sólo tuviste que apartar ligeramente la tela y dejarte caer sobre mi miembro, sintiendo como suavemente iba abriéndose camino entre tus piernas. Cuando la sentiste entera emitiste un suave gemido. 'Comienza el juego', me susurraste, 'pero ten cuidado con no hacer ruido', contesté. Sonreímos y empezamos el baile. Te movías con soltura sobre mí, moviendo la cadera y subiendo y bajando. Primero lo hacías lenta pero profundamente, hasta que decidiste darle ritmo. Yo masajeaba tu trasero para acompañarte en los movimientos, mientras tú apoyaste la mano en mi nuca para atraerme a tu pecho y hacer que lo devorara. Yo seguí tus órdenes. Disfrutaba que te movieras como si hubieras nacido para esto y dejabas escapar suaves jadeos provenientes de gemidos contenidos. Te movías con soltura, cabalgándome, hasta que tuve que cambiar de postura porque necesitaba darte acción yo. Notaste que tocaba el momento cuando mis manos se apoyaron en tus muslos y te besaba a tí en vez del pecho. Te levanté, te apoyé contra la pared sin darme cuenta que golpeé demasiado fuerte como para no llamar la atención. 'Cógete desde arriba', susurré mientras yo te agarraba de tu muslo sin haber salido de tí en ningún momento. Eso hiciste. Subiste las manos y te cogiste del borde del baño mientras yó te embestía primero con cuidado para no llamar la atención y después entregándome con fuerza. Sentías cómo tu cuerpo se comprimía entre la pared y yo, y como con la fuerza me permitía meterme más y más en tí. Me mordías, me arañabas, tratabas de contener todo ruido vengándote conmigo. A mí no me molestaba, me ponía a cien. Me limitaba a moverme más rápido y más fuerte para contrarrestar el dolor, y sentías como se ponían duros todos los músculos de mi cuerpo para atravesarte viva. Lo adorabas. Cuando nos dimos cuenta que esa postura llamaba demasiado la atención, terminamos por ponerte de espaldas con un pie sobre el baño. Yo me coloqué tras de tí y, bajando un poco, me introduje en tí. Te movías y me movía, dándole mucha vida a la acción mientras mis manos jugaba con tu pecho como si fuera mío. Y era mío. Poco después de que hubieras contenido un orgasmo suplicándome que disminuyera la fuerza para no tener que gritar e hincando muchísimo las uñas en mis piernas; notaste como mordía tu oreja avisándote. 'Termina... termina... termina dentro de mí...', susurrabas a cada embestida, 'termina de una vez que me vas a romper... necesito descansar ya.. termina..' jadeabas mientras movías más y más la cadera. Y eso hice, terminé. Terminé dentro de tí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario