7.11.11

Primera

Es difícil debatir con qué empezar, pero creo que la mejor opción es empezar por el principio. Así fue cómo empezó todo, cómo fue el primer intento por escribir algo relacionado con esto. Obviamente, era totalmente un yogurín y es algo poco erótico... pero me hace gracia recordar los principios. Como la mayoría de las historias son largas, la fragmentaré para que se haga más cómoda la lectura. Ya no queda más por decir.


Estaba en casa, con la familia, en una cena aburrida... y me llegó un mensaje tuyo pidiéndome que fuera a dar una vuelta contigo. Eso sólo para muy de vez en cuando, por lo que me levanté conrriendo, me cambié y le dije a mi madre que me iba. Sabía que se iba a cabrear ya que tenía que estar con mis primos, pero... me daba igual, iba a estar un rato contigo, así que salí corriendo a verte.
Te fui a buscar. Bajaste por tu portal y estabas radiante, a pesar de estar cubierta de capas por el frío. Estuvimos caminando por lugares que no importaban, nuestros pies se movían solos, y sólo importaba con quién, no a dónde. Nos reimos sin parar, nos contamos secretos, confeisiones y, sobretodo, tonterías que hicieron esa noche mágica... y creo que a ti también te lo pareció. Sobretodo cuando empezó a nevar y me permitiste robarte un abrazo bajo los copos, haciendo perfecta la noche... aunque yo pedí bailar contigo bajo la nieve, pero con el abrazo me tuve que conformar y... fui feliz, feliz como nunca antes lo había sido. Pero cada vez hacía más frío, me obligué a mi mismo a dejarte en cada, como un caballero... y así lo hice. Te levé hasta tu portal y me quedé abajo, me despedí, te dí un último abrazo y, cunado terminé, dijiste 'bueno, ahora que con la escusa te he robado otro abrazo... ¿Te subes a mi casa y te enseño la carta?'. Sonreía como un estúpido... me habías hablado mucho de la carta que te escribió un amigo y me la ibas a enseñar... no pude decir que no, así que subí sin borrar la sonrisa.



Entramos. No saludaste... y al poco me dí cuenta que no había nadie. Fuimos a tu cuarto y te quitaste el abrigo. Seguimos charlando y riéndonos.... si algo caracterizaba esa noche, es que fue divertida como ninguna otra. Se nos olvidó la carta entre tanta broma... nos sentamos en tu cama, sin tanta ropa estabas muchísimo más guapa, y ese escote me dejaba ver que llevabas ropa interior negra... sabes que hay cosas a las que no me puedo resistir. Intenté evitar cualquier mirada a tu escote diciendo tonterías para no pensar, pero, entre bromas y juegos, acabé abalanzándome encima tuya para morderte el cuello y, al separarme poco a poco... era un momento demasiado de ensueño como para no soñar. Eso lo había vivido... esa situación ya había pasado por mi mente, aunque esta vez era real, y eso me ponía demasiado nervioso. Desde ese momento... cada vez podía evitar menos mirar a tus labios con dulzura, imaginarme jugando con tu pelo, mirar tu escote con miedo o darme cuenta que se te había olvidado el cinturón y por debajo ibas conjuntada... entonces todos los momentos tomaron otro color. Ahora había más sonrisas que risas... sin querer apoyaba mi mano en tu muslo, o con alguna escusa rodeaba tu cuerpo con mis manos... y algún detalle parecía como si tú también intentaras acecarte a mí... era como vivir un sueño. Pero... me pasé. Estabas hablando y te miré fijamente. Con suavidad te tapé la boca, te susurré un 'lo siento', y sustituí tu mano por mi boca...

Esa noche empezó a ser más perfecta. El primer beso fue un mero roce de labios. Nos separamos un poco, lentamente, te miré de nuevo a los ojos y los cerré para volver a besarte. Este beso no tuvo nada que ver con el otro... eras tú, mi musa, la chica más atractiva que conozco, la chica de mis sueños. ¡No soy tonto! ¡No voy a desaprovecharlo! Ese beso desbordaba pasión, al igual que el siguiente, y el siguiente... aunque cada beso era único, cada uno era perfecto. Dejamos de lado las palabras para usar el lenguaje de las caricias. Tu boca se entretenía con la mía, sólo nos quedaba ese lenguaje... y creo que entendías todo lo que te decía. Te besaba. Te había dejado caer sobre la cama y te besaba mientras mi mano se apoyaba en tu cadera y subía poco a poco... hacía un poco de presión y me dejaba llevar. Cada beso interminable se me hacía corto... y dejé de pensar cuando sólo olía a tí, cuando sabía a tí, cuando me dí cuenta que vivía en un sueño... y, como en un sueño, tú disfrutabas. Mi mano llegaba a tu hombro, y recorría poco a poco tu brazo hasta llegar a tu mano... la acaricié, jugué con tus dedos, y volví, poco a poco, hacia tu pecho... mi cuerpo estaba sobre el tuyo, mi rodilla entre tus piernas; mi mano sobre tu pecho, rodeándolo con miedo a no poder tocar; mi boca pegada a la tuya; nuestras lenguas bailando con pasión... pero mi mano no aguantó más. Jugué con tus pechos, mi cuerpo se acercó más a tí, mi rodilla entró un poco más en tí... parecía que disfrutabas. Me alejé poco a poco de tu boca... fue lo que más me ha costado en la vida, pero necesitaba morder tu cuello. Lo hice levemente, casi con delicadeza, 'No seas tonto', oí a mi lado que me susurrabas... y eso me enloqueció más aún. Te modí con fuerza, mi mano bajó por tu vientre, recorrío la cintura en el límite con el pantalón. Jugué con tu vientre poco a poco, bajo la ropa, rozando tu suave piel, imaginando el recorrido mientras mis ojos estabas cerrados porque te seguía mordiendo... me di cuenta que era una estupidez. Me alejé para observar tu cuerpo, para observar lo que me estaba perdiendo por tener los ojos cerrados... me dí cuenta que era mejor que en mis sueños.
'Espero que me perdones... tú sólo cierra los ojos y disfruta'. No pude controlarme. Volví a besarte. Mis manos recorrieron tu cuerpo abjo la ropa hasta notar tu sujetador. No pude evitar jugar con tus pechos como en mis sueños. La noche, poco a poco... era más perfecta. Me quité de encima tuya para tumbarme bocarriba a un lado, y tú te fuiste acercando con un poco de miedo hasta ponerte sobre mí, como en mis fantasías, notando con tu entrepierna como me alegraba de estar así, y pegada a mí para poder notar tu respiración...

Dejé a un lado la delicadeza para mostrarte los secretos de la pasión... mi mano recorría todo tu cuerpo acariciando todas tus curvas, haciéndote gozar y gozando con tu suave piel... mi boca cubría tu cuerpo de besos, susurros y mordiscos. Tú ya te habías entregado a la voluntad de mis manos, y éstas no te fallaban... me deshice de tu camiseta y te cubrí del frío con mi cuerpo. Tu cuerpo era perfecto, me parecía perfecto, y se reflejaba perfectamente en mi sonrisa y en mí... seguí acariciando tu cuerpo. Recorrí tus brazos, llegué a tu espalda, bajé por un costado, acaricié tus pechos sobre la suave tela del sujetador, y volví a bajar hasta llegar a tu cadera. Bajé poco a poco por tus piernas, y luego volví a subir por el interior de éstas hasta llegar a tu... sexo. Lo rocé por encima de la ropa, te estremeciste, y me fui alejando despacio hacia tu vientre. Entonces te empujé. Dejé que cayeras sobre la cama y te besé con pasión. Después del beso en tus labios te dí otro en el cuello, y lo acompañé con un mordisco. Mis mordiscos fueron bajando lentamente pasando por el canalillo yo rozando el límite del sujetador. Seguí bajando por tu vientre, llegué a tu cadera, la besé con ternura... 'ahora... simplemente... disfruta'. Me deshice con facilidad y te quité los pantalones. Tus piernas terminaron de volverme loco, y empezaste a conocer otra parte de mí...
Mi mano se apoyó en tu rodilla y subío haciendo presión; mientras mi boca devoraba tu cuello. Subió lentamente, y, cuando se iba acercando, mantuviste la respiración y empezó a acelerarse tu pulso... y llegué a tu sexo, lo acaricié sobre la fina tela negra, primero suavemente y luego sin piedad, sin miedo. Me fijé como mirabas al techo mientras te mordías los labios.... estabas húmeda, y la idea de que fuera gracias a mí me hizo estremecer. No podía esperar más... aparté la tela y... te mostré que no se me daba tan mal. Te besé mientras uno de mis dedos se escurría por tu húmedo interior, simplemente abriendo camino hasta que entrara otro dedo... te tapé los ojos te nuevo, te susuré un 'disfruta...' y empezaste a bailar al son que marcaban mis dedos. Me movía con pasión, con fuerza, mientras tú disfrutabas y te estremecías bajo mí... me deshice del sujetador sin parar de hacerte gozar; disfruté jugando con tus pechos como un bebé mientras mis dedos aumentaban, poco a poco, tu calor... no puedo decir cuánto estuvimos así, pero podría haber seguido hasta el final de nuestros días... separé mis dedos de tu cuerpo. Estabas acalorada, despeinada, pero me mirabas con pasión y nunca me habías parecido tan atractiva... 'creo que es el momento', te susurré. Tu sonreiste... no te habías imaginado nunca la primera vez conmigo pero... tú también creías que era el momento. Dejé caer mis pantalones, y luego mis calzoncillos... y, con delicadeza, entré en tí. Te besé el cuello mientras seguía entrando, hasta que llegué al final y gemiste levemente, y eso acabó con mi cordura. Tenía tu cuerpo desnudo bajo el mío, tu boca a mi antojo para poder besarla y... esta vez bailábamos al ritmo que marcara mis caderas, más pegadita a la tuya que nunca. Poco a poco volví a entrar en tí... hasta que tiré a la dulzura fuera de mí, como quien arroja algo por su balcón... entré con furia mientras mordía tu cuello. Tu cuerpo me decía que así disfrutaba más... y yo le hice caso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario