23.11.11

Conociéndote de fiesta (I)


Me apetecía conocerte de fiesta. Era una de las facetas de ti que todavía no había llegado a conocer y... si el resto las he adorado según las iba conociendo, esta me daba la impresión que iba a ser incluso más divertida. Habías quedado para empezar la noche cenando nosotros solos y luego optamos por que entre tu grupito me metiera y tratara de ser agradable, y pasaramos una buena noche. La verdad es que el plan era perfecto: salir a cenar por ahí, reírnos, conocer gente nueva y conocer esa faceta de ti. Todo tranquilito, todo en calma pero... algo lo estropeó. Viniste espectacular, ¿sabes?. Una camiseta ligera que caía desde tu pecho dejando intuir su forma y estilizando la cadera, el pelo perfectamente colocado, pantalones estrechos que parecían hacer tus piernas interminables y te hacían un trasero colocado y respingón... incluso llevabas pendientes. De repente, todos los pactos que hicimos, todas las conversaciones sobre que tratara de contenerme con amigos delante, todas las peticiones que me decías entre bromas que simplemente te tomara y me dejara de tonterías... todo se tambaleó. Estabas espectacular y cada uno de mis sentidos quería embriagarse de ti... no que sólo disfrutase la vista. Incluso el sentido común razonaba que algo tan espectacular sería absurdo no tratar de seducirte, el sentido del equilibrio perdía el control para caer sobre ti y, si no fuera por una vocecilla que me pedía 'es que, me llegaría a sentir mal..' con tu voz, una y otra vez, esa cena hubiera sido un tanto diferente. Más espectacular, más divertida, y más... íntima.

La cena fue divertida y tuvo momentos... divertidos. Nos reímos y me fuiste poco a poco entrando en antecedentes con tus amigos. A parte de eso... te pasaste la tarde jugando conmigo, tratando de seducirme y hacer que pierda el control que tú misma me obligaste a firmar. Jugabas con las mirabas, el pelo, con el escote y sobretodo con esos labios que son mi perdición. Lo sabes perfectamente y... adoras que los desee. Jugabas mordiendo, con el chicle, con los dedos. Me susurrabas con cualquier escusa cualquier cosa, porque sabes que en sussurros tu voz es increíble. Me acariciabas, me abrazabas, sin querer tu mano se apoyaba en tu pierna... jugabas conmigo con total libertad y yo te seguía el juego en la mayoría de ocasiones. 'Si ahora estamos jugando con tus reglas... llegaré el momento que juguemos con las mías', te susurraba mientras caminábamos. Tú Parabas, me abrazabas, apoyabas tus manos en mi cadera casi rozando el trasero 'me parece justo... yo estoy disfrutando ahora, disfrutando muchísimo'. Me besabas la mejilla mientras me hablabas y tus manos bajaban a mi trasero para cogerlo. 'Es normal que luego juguemos con tus normas... por cierto, ¿cuáles son?'. 'Lo sabes perfectamente...'. Me sonreíste. 'Uy, entonces tendré que portarme bien, que sino me catigarás muy duro'. Y seguiste caminando hacia donde habíamos quedado como si no pasara nada.



Me presentaste a tus amigos y pasamos un inicio de la noche divertido. Hacíamos como si fuera un amigo normal, yo trataba de ser lo más majo posible sin llamar excesiva atención y tratar de estar más o menos cerca de ti pero sin estar encima. Reíamos, bebíamos un poco e incluso llegamos a bailar haciendo el tonto. Era divertido bailar contigo porque seguías, con la escusa, el juego con el que habías empezado la tarde... y yo me limitaba a disfrutarlo mientras hacía ligeramente el ridículo. Comíamos algo, jugamos con los toros de las ferias, volvimos a beber con cuidado para que no se nos subiera y poco a poco la noche fue pasando. Avisaste a tu madre que llegarías tarde al salir de casa, y ellos te ofrecieron las llaves del otro piso. Cuando ya había pasado la media noche llamaba tu madre preguntando cuándo pensabas volver, que para saber que ya habías llegado querían que les llamases desde el fijo del piso; y tú preguntaste que si no bastaba con que te viese tu hermano llegar, 'es que no hay nadie en casa, por eso te tuvimos que dar las llaves'. Cuando colgaste nos miraste asombrados pero no comentaste nada. A los pocos minutos te atreviste a susurrarme al oído 'en esa casa nunca hay nadie, puedo volver a la hora que quiera'. Entonces... todo pasó como una idea fugaz. 'Tienes que volver pronto.. o no volverán a confiar en ti. Ten cuidado con pasarte con eso. Cuando sea la hora, te acompaño y te vuelves a casa'. No entendías porqué decía eso y lo tomaste como una forma de cortarte las alas, así que te enfadaste. Por suerte no fue nada grave y se fue con la tontería... si supieras que lo dije porque se me había ocurrido la mejor fiesta del mundo donde no se admitía a nadie más que nosotros dos...

Conseguiste estirar un par de horas de la noche mientras yo te trataba de convencer de volver. Poco a poco nos fuimos despidiendo y a regañadientes empezamos a caminar despacio hacia donde ibas a dormir. Poco a poco íbamos estando más solos y volvías a jugar conmigo, de hecho lo hacías bastante más exagerado por el alcohol, mientras tratábamos de comentar las impresiones de la gente y demás. Reíamos y tenía que estar bastante cerca de ti, para que no tambalearas mucho del poco alcohol que habías bebido; por lo que tú lo usabas como excusa de no llegar a tener límite. Ambos sabíamos que no estabas borracha, pero tu cabeza parecía haber borrado los límites con la escusa de creer que lo estabas. Me susurrabas cosas que según tú debería haber hecho durante la noche porque lo estabas deseando, tratabas de ver qué ropa interior llevaba y me mordías a la mínima escusa. Me araciriabas, soplabas mi cuello,  me ronroneabas al oído diciendo que imaginarme te hacía sentir increíble... jugabas conmigo, demasiado, pero ese era el trato; ya acabarías arrepintiéndote cuando me tocara a mí. Y eso me comentaste, cuando poco a poco nos estábamos acercando al portal donde te tenía que dejar. 'La noche está acabando, ¿No decías que íbamos a cambiar el juego? yo ya estoy esperando el cambio'. Me abrazabas como esperando alguna respuesta ingeniosa, mientras me sonreías y te acercabas a mí demasiado... 'Que la noche se está... ¿Qué? Acaba de empezar, peque. O de verdad crees que te pienso dejar dormir sola tal y como estás ahora mismo?'. Tu expresión cambió. No te lo esperabas, y me extrañaba que no se te hubiera pasado por la cabeza que fuera a suceder. 'Está bastante cerca el piso...', susurraste, preocupada; 'y no hay nadie. Es la oportunidad de dormir juntos por fin. Por ahora sólo me he referido a dormir... Tocaban mis reglas, ¿no?'. Poco a poco te fuiste convenciendo. La espera te ponía nerviosa y te llegaba a cohibir un poco pero yo continuaba con las bromas y los besos de siempre para que te liberaras de los miedos. Me subiste al piso, abriste la puerta y con miedo empezaste a mostrarme la casa. Te pedí un vaso de agua, te acompañé a la cocina y mientras lo buscabas te rodeé desde atrás con mis brazos. 'Me hiciste una promesa... que ahora tocaría mi juego'. Mis manos se apoyaron en tu vientre y subieron sin ningún miedo ni pausa. Mis labios se apoyaban en tu cuello apartando el pelo ligeramente con la cara, y usaba mi nariz para hacer cosquillas tras la oreja. Mis manos ya llegaban a el aro de tu sujetador deslizándose por dentro de tu camiseta, y los dientes luchaban suavemente contra la sensible piel de tu cuello. Mis dedos recorrían el borde del sujetador desde el aro, mientras trataba de reparar con la lengua la herida que mis dientes hicieron sobre tu cuello. 'Sólo tienes que aceptar...', susurré, mientras subían por el aro rodeando tu pecho y araciriando el escote del sujetador. Tenía cada pecho en una mano, y mordía suavemente el lóbulo de tu oreja. 'Ya acepté antes...' fuiste capaz de susurrar, echando la cabeza hacia atrás y dejando el cuello a mi merced... y lo mordí. Tus pechos ya no tenía sentido tratarlos como si fueran frutos prohibidos.. así que los agarré con fuerza bajo la camiseta, te junté a mí para sentirte absolutamente mía durante toda la noche. Liberado tu pecho sacándolo por encima del sujetador se podía disfrutar mucho mejor, y la camiseta todavía seguía tapándolo. Jugaba, disfrutaba, y tú te limitabas a entregarte a mi en cuerpo... y alma. Tu cuerpo estaba a mi absoluto alcance,  y recostabas tu cabeza contra mi cuello 'soy toda tuya, estamos con tus reglas... ¿qué es lo que tengo que hacer?'. Mis dedos jugaban ya con el pezón, mientras mi cadera se unía más a ti haciendo que aumentara tu presión contra la encimera. Poco a poco hacía movimientos suaves de cadera mientras te respiraba en la nuca... 'quiero que te entregues a mi. Y que me digas donde estarías cómoda para tumbarte y...'; paré la frase porque habías ladeado la cabeza y no podía evitar besarte. Besarte con dulzura al principio hasta que abrieras la boca y te entregaras a mi. Te besaba, mientras mis manos jugaban con los pechos y tu cadera era en este momento la que se movía ligeramente hacia detrás para sentirme más cerca de ti, para sentir las ganas que tenía de ti. 'Ven..', y trataste de mover la cadera para empujarme poco a poco y liberarte. Yo no opuse resistencia, coloqué de nuevo el sujetador y bajé las manos hasta la cadera. Cuando te empezaste a alejar mi mano se separó de tu cadera y fui consciente de que había venido aquí a por un vaso de agua. Me lo bebí, miré a la puerta y estabas esperándome en el marco, 'Ven... mi señor'.

No hay comentarios:

Publicar un comentario