26.11.11

Comprándome a escondidas (II)


Soltaste una suave risilla hasta que notaste como mis manos subían de tu vientre para sentir tu pecho entre los dedos. Tú tenías las manos apoyadas en el espejo, mirándolo de frente, mientras yo estaba a tu espalda muy cerca, tal vez demasiado como para poder disimular mi erección apoyada sobre tu suave tela de la ropa interior. Apretaba tu pecho mientras besaba el cuello que me ofrecías ladeando la cabeza. Tú hacías suaves movimientos de cadera entregándote al momento, primero ladeándola poco a poco y luego imitando que te estuviera penetrando. Mi cadera se entregó sin poder ofrecer resistencia. Mis manos, entrando un poco por el escote del sujetador, buscaron tus pezones ya marcados y jugaron unos segundos con ellos. La risilla se había convertido en un suave jadeo y tu cadera cada vez se movía más rápidamente. Mis manos abandonaron tu pecho para bajar rápidamente por la cadera, quedándose una rodeándola en un abrazo y la otra bajando hasta la suavidad de la tela. No tenía tiempo para tonterías, por lo que bajé directamente a notar que estabas húmeda y jugué con tu sexo moviendo suavemente en círculos el dedo sobre tu clítoris. Jadeabas con algo más de fuerza... 'calla que nos van a oír', te susurré mientras mordía la oreja. 'Entonces no me hagas esto...' respondiste moviendo más fuerte la cadera para sentir el roce de mi dedo en ti. Yo me ayudaba de la mano que te rodeaba para pegarme con más fuerza. 'Ahora jugamos con mis reglas... yo tengo que hacerte gemir y tú tienes que luchar por contenerte y que no nos oigan y nos echen.. ¿No crees?'. Mis dedos se movían más rápido mientras el dedo gordo buscó la goma del cullot para tirar de él y hacer hueco. Rápidamente entró la mano entera y siguió el juego desde dentro de la tela, usando tu flujo como lubricante para mis dedos. Jugaban a entrar en ti mientras mi cadera se movía con fuerza. 'Por favor... aquí no... no podré...', te mordías el labio entre palabra y palabra tratando de ahogar los jadeos. El simple hecho de tener que contenerte te lo hacía más difícil... así sentías como siento yo. 'Puedo parar... pero...', susurraba entre mordisquitos de tu cuello y tu mejilla. Entraban dos dedos en ti y tú no podías mover tu cuerpo para ayudarles a entrar y salir... te estaba encantando. 'Lo que sea... pero voy a gritar..'. Respuesta correcta. Te dí la vuelta de un movimiento brusco, para que te pusieras cara a mi apoyada en el espejo. Me apoyé en un lado y, mientras mi mano seguía jugando contigo otra vez sobre la ropa y trataba de devorarte el escote, respondí. 'Te toca'.



Cogí tus manos y las apoyé sobre mi paquete, no tuve que darte más señas. Empezabas a acariciarlo mientras yo te imitaba sobre tu sexo. Estaba húmedo, empapado, y lo notaba sobre la tela; mientras tú movías la mano haciendo presión recorriendo toda mi erección. '¿Sabes lo que tienes que hacer, no?', besaba tu mejilla y tu oreja mientras lo susurraba. 'Pero... ¿Aquí?', contestaste un poco cohibida por la situación. Mi mano se movió con más ritmo, apartando las braguitas para meter dos dedos en ti rápidamente. 'Por lo menos si haces eso, no haces ruido... además, dijiste que cualquier cosa'. Sonreíste y... aceptaste. Por lo que te fuiste deslizando poco a poco arrastrándote por el espejo. Mi mano, apoyada en tu cuerpo, subía deslizándose desde tu cadera pasando por tu escote hasta que fue tu cabello el que estaba a la altura de mi cintura. Con soltura quitaste el botón del pantalón y bajaste suavemente la cremallera, haciéndolo caer hasta las rodillas. Ahí tenías la suave tela de mi ropa interior blanca, con la goma morada... era imposible llegar a disimular nada, por lo que notabas cerca de tu rostro cómo estaba increíblemente duro por tu culpa. Sabías lo que tenías que hacer y en lugares así el tiempo es oro, lo que liberaste mi polla de la ropa interior para comenzar a jugar con ella. Te limitabas a masajearla suavemente con la mano, recorriéndola; mientras tu lengua dibujaba círculos en la cabeza lubricando la zona. Yo simplemente me limité a suspirar deseando que esta sensación nunca terminara... hasta que un gemido ahogado salió de mis labios cuando metiste en tu boca la cabeza para empezar a hacerme temblar. Yo estaba de pie y tuve que apoyar una de las manos sobre tu cabello, mientras la otra trataba de mantenerme apoyada en el espejo. Te movías con ritmo y con conocimiento.. joder, lo estabas haciendo de una forma increíble. No parabas, simplemente tratabas de mantener la cabeza en tu boca moviendo el cuello ligeramente mientras tu mano me masturbaba... era increíble, y al estar de pie mi aguante disminuía drásticamente. Ya te habías olvidado de dónde estábamos y simplemente tratabas de entender a mi cuerpo para darle más y mejor; hasta que, con miedo a que todo acabase demasiado pronto, apoyé mi mano en tu rostro para separarte un poco. Me miraste confundida, y yo hice ademán de levantarte para que te acercaras a mis labios. Lo entendiste, y eso hiciste. '¿Qué pasa? ¿Tan mal iba?', preguntaste sabiendo la respuesta. Sonreías pícaramente mientras besabas mi cuello. 'Ya lo sabes perfectamente', y comencé a tantear los bolsillos de mi pantalón. Era cierto, lo sabías perfectamente, y cuando saqué el condón me lo quitaste de las manos mientras me mirabas. '¿De verdad quieres hacer esto aquí?'. Se distinguía un toque de miedo en tu voz pero no llegaba ni a acercarse al nivel del deseo. Estabas abriendo con suavidad el preservativo mientras me mirabas tratando de comerme con los ojos. Lo estabas deseando. Querías que te hiciera mía. Y lo querías sin ningún tipo de espera... el sitio daba igual. Estabas demasiado excitada para llegar a analizar la situación de dónde estábamos... así que cuando tuviste el condón sin envoltorio me lo pusiste, no pudiendo evitar volver a jugar unos segundos con mi miembro absolutamente duro. 'Menos hablar y más gemir', te susurré mientras te cogía del muslo para levantarte en peso. Tú me ayudabas y te apoyabas contra el espejo. En unos segundos ya te tenía rodeándote con tus piernas y apartando bruscamente tu ropa interior para dejar paso a mi soldado con chubasquero. 'Pero me oirán...' susurraste cuando notaste que la cabeza se apoyaba sobre tu sexo, y sentiste como poco a poco iba entrando. Abrías la boca pero evitabas soltar ningún tipo de sonido. 'Pues que nos envidien,  pero pienso conseguir que gimas tan alto que nos echen de aquí'. Ya la tenías toda dentro. Lo estabas deseando y... yo también.

No hay comentarios:

Publicar un comentario